viernes. 29.03.2024
Enrique Seco San Esteban junto a sus obras

El pintor, premio Castilla y León de las Artes 2010, expone en Espacio 36 obras de los últimos tres años

Con las orillas del Duero como eje principal de la exposición, Enrique Seco San Esteban muestra sus obras en la Galería Espacio 36. Unas obras cargadas de nostalgia por una Zamora que se fue y que permanece en la memoria de muchos zamoranos. Una memoria que hablar de barcas de pescadores y de lavanderas junto al río.

Esa es la Zamora que recuerda Enrique Seco, nacido en 1938, quien guarda en la retina desde niño aquellas estampas de mujeres lavando en las orillas del río o de hombres faenando por sus aguas con la nitidez con que se guardan los recuerdos más preciados.

Emocionado por este reencuentro con el público zamorano, el Premio Castilla y León de las Artes 2010 expone una serie de obras de pequeño y mediano formato realizadas en los últimos tres años. Aunque en la sala también están presentes escenas rurales y bodegones, la exposición es un cántico al río Duero y al románico, "dos tesoros que tiene Zamora que nunca te cansas de ver".

Enrique Seco, premio Castilla y León de las Artes 2010Para el pintor, que de alguna manera reivindica en su obra esa vida que se comió el progreso, la idea de esta exposición se forjó hace ya muchos años. "El Duero es el espíritu de Zamora. Es una maravilla. Hace mucho tiempo que tenía en mente pintar la orilla del río con sus lavanderas, los pescadores, el románico, incluso ese sol tan precioso que tenemos. Era una necesidad que surge de la nostalgia y de los recuerdos. Así lo conocí de niño y de adolescente. Yo hacía la vida desde Cabañales a las Aceñas de Olivares. Y había mucha vida. El progreso ha terminado con ello, pero aún vivo eso".

En la soledad de su estudio de Carrascal, el pintor, un asceta del siglo XXI, se dedica en cuerpo y alma a sus dos pasiones: pintar y escribir. "Es lo único que hago; es mi vida. Pinto todos los días. En verano, cuando hay más luz, puedo estar diez o doce horas, y luego ceno y me pongo a escribir. Yo soy feliz en el corral con mis gallinas y trabajando. La vida es trabajar, trabajar y trabajar. Siempre digo que, entre unas cosas y otras, sólo da tiempo a quedarse de aprendiz".

En sus óleos, destaca la suavidad de los colores y el trazo suelto de sus pinceles. "Esta exposición es un compendio de óleo, dibujo, color y técnica. Utilizo colores suaves porque producen paz, bajo mi prisma particular. Otros lo conciben de otra manera y también es muy buena pintura. En la paleta existen siete colores y con eso consigues todos los colores del mundo. Con una buena técnica, logras un color limpio y todo tiene vida".

Y así, desde la vida, lleno de vida, nos contempla el Duero a nosotros en la obra de Seco San Esteban. Desde la emoción del que observa en soledad y comparte su mirada sobre el lienzo. Después, se abrieron las puertas y la sala comenzó a poblarse de gente mientras el pintor se reencontraba con sus paisanos en la ciudad con la que mantiene un diálogo permanente a través de los pinceles.

 

Enrique Seco San Esteban, la memoria del río Duero