jueves. 28.03.2024

Manzanal del Barco abre las puertas de su horno, cerrado durante algunos años, y mantiene viva una tradición, como es el pan de Manzanal, que se había perdido con el fallecimiento del antiguo panadero de la localidad.

Dice el dicho popular que con pan y vino se anda el camino. En Manzanal, quien mas, quien menos, tiene una pequeña viña para poder acompañar las comidas con un buen vino casero. Sin embargo, desde hace unos años, la panadería de Manzanal había tenido que cerrar sus puertas, el pan con el que las familias del pueblo y muchos zamoranos disfrutaban dejaba de existir.

Algunos vecinos habían seguido con esta tradición en sus pequeños hornos caseros, haciendo hornadas para consumo propio, resistiéndose a dejar caer en el olvido un pan muy característico que había sabido convivir, a lo largo del tiempo, junto al de la vecina Carbajales de Alba. Dos panes distintos, dos sabores que agradaban a los vecinos de ambos municipios.

Horno de Manzanal del Barco.En estos tiempos en los que la despoblación acecha al medio rural, la noticia de la reapertura de la panadería de Manzanal del Barco ha causado gran alegría entre los vecinos no sólo de la población, sino de la comarca. Los recursos con los que cuentan estas poblaciones cada día son menores, y un nuevo comercio en la zona beneficia a todos.

Una tradición familiar

Las panaderías son un invento "moderno" en el medio rural. Cada familia masaba el pan necesario para el consumo en los hornos que, a día de hoy, todavía mantienen muchas casas. Fue un matrimonio formado por Modesto Mezquita y Tránsito Contra los que construyeron la panadería de Manzanal hace más de medio siglo. Con sus propias manos construyeron el horno y toda la panadería que serviría para dar servicio al pueblo y a algunos de alrededor como Santa Eufemia.

La tradición continuó en sus hijos, aunque Modesto y Tránsito se dedicaron a hacer pan toda su vida, fueron recibiendo ayuda de las nuevas generaciones que crecían entre el horno y el obrador. Fueron ellos los que continuaron con la tradición, expandiéndola a Zamora capital que aceptó con los brazos abiertos este manjar que podía degustarse y comprarse en varios establecimientos de la capital.

Primera hornada.La emigración a la capital fue dejando sin población a la mayoría de los pueblos de la zona de Alba, por lo que el negocio, que seguía con sede en Manzanal del Barco, tenía la mayoría de su negocio en Zamora, exceptuando el periodo estival en el que, con los pueblos llenándose otra vez de los manzanalinos que viven fuera del pueblo, la panadería volvía a later con vida propia.

Lamentablemente la tradición familiar parecía perderse debido a una triste enfermedad que impidió que el panadero del pueblo, José Mezquita, pudiera continuar realizando esta actividad hace unos años, viéndose obligado a cerrar las puertas de una de las panaderías más características de la zona.

Sin embargo un sobrino de José, Jorge Mezquita López, decidió que debía continuar con ese obrador en el que creció viendo a su padre, tios y abuelos trabajar. Después de unos meses de duro trabajo y espera, hoy volvió a abrirse la panadería del pueblo, y la primera remesa de panes y hornazos ya ha sido disfrutada por los vecinos del pueblo que han rejuvenecido unos años y han rememorado tantos instantes de su vida en el que el pan de Manzanal estuvo presente.

Con pan y vino se anda el camino