"La Semana Santa ha evolucionado mucho en estos 34 años, ha ganado en otras cualidades pero sin renunciar a la austeridad, el silencio y el respeto que es nuestra seña de identidad".
Luis Felipe Delgado de Castro pronuncia mañana el pregón oficial de la Semana Santa de Zamora. Treinta y cuatro años después de que anunciase con su palabra la Pasión por primera vez un Domingo de Ramos, cuando contaba 34 años, el pregonero vuelve a proclamar la Semana Santa de la tierra que le vio nacer, la que ama y le duele, la que vive, la que siente, desde la visión global que le da la experiencia y el paso del tiempo. Posa ante la Soledad, la Virgen de sus amores, la que vestía su madre, la que siempre va con él, como el Nazareno de San Frontis, que acompañaba este mismo Jueves acompañado por su nieto.
-¿Cómo afronta Luis Felipe Delgado el que será su segundo pregón de Semana Santa?
-Pues con más ilusión de la que yo creía. Al principio tenía mucha reticencia, pero luego pensé que todavía tengo que decir muchas cosas de la Semana Santa. La experiencia, las emociones de estos años, los nombres y apellidos que la han enriquecido, mis padres, mis amigos...es muy distinto desde 1982. Podríamos decir que aquel pregón fue en pantalla de blanco y negro y este va a ser en una panorámica y en color. Entonces tenía 34 años, ahora 68. ¡El próximo me toca a los 102!
-¿Cuáles son las líneas que van a marcar el pregón?
-Al principio sentí miedo porque quería que fuese distinto, algo nuevo y original. He escrito ya de tod: libros, fascículos, artículos... y el título lo encontré en uno de Jesús Huerta, "Zamora, tierra de cruces", y por las cruces va mi pregón: las del cementerio, las de los caminos, la que lleva la Soledad en la pecho... Zamora, la vida, es un paisaje de cruces, la de los refugiados, la de los que caen en la droga, los enfermos. Y además de esas reflexiones, un pregón es un discurso elogioso de un acontecimiento invitando a la gente. Será un pregón elogioso, no para criticaer lo malo que tenemos, que lo hay.Y para invitar a la gente a participar y a venir, en mi línea.
-¿Cuál es esa línea?
-La Semana Santa se ha hecho con personas, nombres y apellidos, tiene caras, y agradecimiento, y le he dado eso. Entro en el Silencio y me acuerdo de Marcelino Martín, de Pertejo, como me ocurre en el Yacente con Paco Alonso y Jerónimo Aguado. O cómo no me voy a acordar con el Cristo de la Buena Muerte de Tito 'Revólver', que cargaba detrás de mí. Y de la gente de la calle, de tantos... cada uno lo concibe como quiere. Desde el sentimiento, que no hay que confundir con la sensiblería. Y lo que no me gusta me lo guardo para mí. Un pregón no es una tertulia. Mi pregón es una declaración de amor y así lo digo al principio, cuando se lo dedico a "los de mi sangre, ayer, hoy y mañana. Por ellos estoy aquí haciendo esta declaración de amor".
-¿Qué es lo que ha cambiado la Semana Santa en estos 34 años?
-Mucho. Desde 1982 hay seis nuevos grupos (la Santa Cena, el Lavatorio, la Coronación, la Piedad, San Juan y la Virgen y la Conversión) y seis nuevas imágenes: el Ecce Homo, que aún no procesionaba, el Nazareno (Chulín), el Yacente de la Urna, el Cristo de la Cruz de Carne, Luz y Vida y la Virgen del Encuentro. Y casi todo iba a ruedas menos la Amargura y los pasos de la Mañana, y algunas cofradías no tenían más de 200 hermanos como la Tercera Caída o el Vía Crucis. Se han renovado las mesas, se han afianzado las cofradías nuevas; la Buena Muerte incorporé el Jerusalén... y esto es fruto de mucho trabajo. En el año 86, siendo presidente Eduardo Pedrero, la Semana Santa es declarada de Interés Turístico Internacional, se organiza el primer congreso nacional de cofradías, retransmito para TVE con Marisa Naranjo, se celebró el centenario de Ramón Álvarez... La Semana Santa es algo vivo que hay que mover y vigorizar sin renunciar a la austridad, el silencio y el respeto que nos caracteriza.
