martes. 19.03.2024

Los cambios hormonales de las mujeres en gestación provocan sequedad ocular, cambio de graduación, visión borrosa e hinchazón en los párpados
En la mayoría de los casos el aumento de dioptrías remite tras el parto, pero es conveniente consultar a un profesional para descartar alguna enfermedad sistémica.

El Colegio de Ópticos y Optometristas de Castilla y León (COOCYL) pide especial precaución en el cuidado de la salud visual de las mujeres embarazadas, sobre todo si son usuarias de lentes de contacto o tienen riesgo de sufrir hipertensión arterial o diabetes gestacional.


A lo largo del embarazo, el cuerpo sufre una serie de cambios que también afectan a la visión, muchos de ellos relacionados con el aumento de los estrógenos. Los ojos tampoco se escapan a este fenómeno, puesto que parte de su estructura está asociada a la presencia de receptores de estos estrógenos.

Así, y aunque la mayoría de las modificaciones son temporales o sencillamente pequeñas incomodidades, durante la gestación se registran también variaciones en la presión intraocular habitual, descenso en la producción de la lágrima, alteraciones en estructuras oculares, como el cristalino y la córnea, y variaciones en la graduación de la vista.


Lo más frecuente es que los cambios hormonales causen sequedad ocular, ya que la calidad y cantidad de la lágrima puede variar de manera sustancial, provocando sensación de cuerpo extraño, quemazón, picor o, incluso, lagrimeo excesivo. El óptico-optometrista puede aconsejarte el uso de unas gotas para aliviar estos síntomas, pero es fundamental consultar siempre con un especialista porque algunas soluciones pueden contener ingredientes activos no recomendables durante el embarazo.


Especialmente molesto es el llamado ojo seco para las usuarias de lentes de contacto. En este sentido, la secretaria general de COOCYL, Ana Belén Cisneros, aconseja "el uso de lágrimas artificiales sin conservantes con las lentillas o incluso limitar su uso durante los meses de gestación y alternarlas con las gafas", evitando así además el peligro de originar un edema por la inflamación de la córnea, muy común en el embarazo, y aunque no es grave, puede resultar incómodo e interferir con la visión.


Otro de los efectos oculares más frecuentes durante el embarazo es el aumento de la graduación y la experimentación de visión borrosa, que puede darse por diversas causas.


En ocasiones, puede generarse por factores típicos del embarazo no relacionados con los ojos, como la retención de líquidos. La córnea puede edematizarse, es decir, acumular líquido, haciendo variar la curvatura de la córnea, hecho que puede conllevar cambios transitorios en la graduación habitual.

Entre las modificaciones puntuales, sobre todo a partir de la semana 32, puede producirse un aumento de la miopía, mientras las embarazadas hipermétropes tienden a experimentar dificultades para leer o, incluso, para la visión lejana si desarrollan el síndrome de insuficiencia de acomodación transitoria, que se puede prolongar hasta el final de la lactancia.


En dichos casos, los cambios suelen resolverse por sí solos tras el parto, por lo que no requieren de un tratamiento específico. Tal y como aclara Ana Belén Cisneros, "para aquellas mujeres que acuden a la óptica con visión borrosa y aumento de su graduación les revisaremos de nuevo tras los primeros meses de lactancia para ver si ese cambio se mantiene o era solo producto del periodo gestacional".


Sin embargo, en algunas ocasiones la visión borrosa en la mujer embarazada puede ser manifestación también de alguna enfermedad sistémica, como la preclampsia (hipertensión arterial durante el embarazo) o la diabetes gestacional (forma de diabetes inducida por el embarazo), que sí requieren de tratamientos específicos, por lo que es importante acudir a un profesional y "descartar que sea causada" por algunas de estas patologías, según recomienda Cisneros.


Si la persona embarazada ya tenía diabetes, hay que extremar la precaución, ya que hasta un 30% de las diabéticas desarrollan retinopatía durante el embarazo. Cuidar los niveles de azúcar es fundamental no sólo para el bebé, sino también para la salud visual de la futura madre.
Por último, los ópticos optometristas recomiendan el uso de gafas de sol, preferentemente amplias, ya que las mujeres embarazadas son más propensas a que les salgan manchas en la piel, y los anejos al ojo son muy delicados.

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