viernes. 19.04.2024
José Luis Pinilla. Foto: Agencia Sic (www.agenciasic.com)

El jesuita toresano José Luis Pinilla, que el viernes ofrece a las 19 horas una conferencia en el colegio Amor de Dios de Toro, comenta en la entrevista su labor al frente del Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española y denuncia las mafias de la emigración. Sólo en España, las redes de trata de personas explotan sexual y laboralmente a más de 40.000 jóvenes y niñas al año y mueven cinco millones de euros al día. 

-¿Prefiere la vida a pie de calle o su actual cargo en la Conferencia Episcopal?

-Mi responsabilidad en la Conferencia episcopal, me hacer servir con la perspectiva de hacer un bien más universal, pero necesito el contacto directo con los emigrantes y con la excepcional gente que trabaja con ellos como 'oxígeno' para mi trabajo institucional. No me importaría volver a un trabajo de 'calle' y en sectores más populares... pero por ahora me toca mucho despacho, documentos y viajes. Nunca he considerado unos puestos más 'importantes' que otros.

-¿Qué labor desarrolla el secretariado de la comisión episcopal de Migraciones que dirige?

-La comisión se ocupa del estudio y de la aplicación real de la pastoral para la población que carece de domicilio fijo permanente y de las personas que viven en condiciones análogas. Son personas que por su propia condición de vida no pueden gozar del servicio ordinario de los párrocos y se ven privadas de cualquier otra asistencia. Dentro de la comisión hay departamentos de Inmigración, Emigración, Apostolado gitano, Apostolado del Mar, Ferias y Circos y Carretera/calle. La acción pastoral se extiende además a los nuevos sectores de la movilidad humana como mujeres de la calle , menores en riesgo de exclusión, estudiantes fuera de sus países , refugiados, prófugos, desplazados y víctimas de la trata de seres humanos. En este sentido, los responsables diocesanos de Zamora están haciendo una magnífica labor con estos colectivos con los buenos voluntarios que tienen y respondiendo con los escasos recursos que hay.

-¿La lucha contra la trata de seres humanos y las mafias de la inmigración es suficiente?

Ni mucho menos. "La trata de personas es un crimen contra la humanidad", suele repetir el Papa. De su mano, el tema ha entrado con fuerza en la agenda de la Iglesia católica. Este cruel y despiadado comercio, sólo en España, atrapa anualmente en sus redes entre 40.000 y 50.000 jóvenes y niñas explotadas sexual y laboralmente. En Europa occidental son medio millón. Cualquier forma de tráfico de personas es un crimen y cualquier forma de violencia ejercida contra las mujeres, un pecado. Para poner coto a esta lacra hay que apostar por una de las consignas del papa Francisco: "Hacer lío", es decir "incidir en las políticas globales y en las políticas migratorias". Son las mafias las que se enriquecen con el tráfico de personas, un negocio clandestino que, según los datos aportado por la defensora del Pueblo, Soledad Becerril, mueve cinco millones de euros al día en España.

-Se ha mostrado crítico con la reforma en la asistencia sanitaria a los inmigrantes y con la visión exclusivamente economicista de las políticas migratorias. ¿Qué cambios debería haber en España en estas políticas?

-En nuestro país, teniendo en cuenta los aspectos relacionados con la acogida y con la inmigración, hay un peligro de fragmentación social, con los riesgos que supone para la convivencia. Los obispos lo están advirtiendo en sus mensajes. Hay un amplio consenso respecto al hecho de encontrarnos en un nuevo ciclo migratorio. Ahora, es el momento del asentamiento, del arraigo, de trabajar el tema de la convivencia, sobre todo con las nuevas generaciones. El fenómeno migratorio y las políticas que lo regulan se circunscriben al momento económico de crisis que vivimos y por eso se les han recortado derechos a los inmigrantes. Hay una percepción a veces negativa de la inmigración, pero sobre todo de la diferencia. Se cree que son ellos los que necesariamente deben adaptarse a nosotros, renunciando a lo que son. El concepto teológico en el que se funda nuestro actuar migratorio es el de unidad en la diversidad, a imagen de la Trinidad.

Entrevista al jesuita toresano que denuncia las mafias de la inmigración