sábado. 20.04.2024
Soldado que custodia la tumba del teniente Tito.

Los muertos no se van de vacaciones ni hacen escapadas de fin de semana, pero sí son capaces de generar turismo y prueba de ello es que una veintena de ciudades españolas a las que bien podría sumarse Zamora promocionan las visitas funerarias y los paseos por el cementerio como un atractivo más para los visitantes.

Como referente en este peculiar nicho turístico se encuentran Montparnasse y Père-Lachaise, dos de los más míticos cementerios y de los que generan más turismo. Indudablemente Zamora no es París, pero el camposanto de San Atilano también cuenta con singularidades y obras de arte en honor a los difuntos que estos días pueden descubrirse entre los cipreses. Un recorrido turístico por la necrópolis situada junto a la Ruta de la Plata no tendría nada que envidiar a los que ya se efectúan y promocionan en los cementerios de otras localidades españolas como Finisterre, Avilés o Granada.

Nada más cruzar la puerta principal del camposanto zamorano, a la izquierda se aprecian los vestigios de sus orígenes. Allí se encuentran algunas de las tumbas más antiguas. Las primeras referencias históricas de la necrópolis local se remontan a la primera mitad del siglo XIX, aunque entonces el cementerio no tenía “tanto éxito” ya que se prefería enterrar a los difuntos dentro de las iglesias o en su entorno. Una de las tumbas ancestrales de San Atilano que aún se conservan es la de una niña llamada María Dolores Primitiva, en cuyo nicho puede leerse en una placa que “tendió al cielo sus alas y aquí sus despojos descansan en paz”. La pequeña fue enterrada junto al muro del camposanto en 1889, cuando tan solo tenía 17 meses.Uno de los panteones familiares del camposanto zamorano.

El aficionado al turismo del descanso eterno puede admirar esta tumba junto a otras que igualmente datan de finales del siglo XIX y medio centenar de panteones monumentales construidos ya en el siglo XX. Pero el arte en el cementerio se aprecia hasta en los árboles, en concreto en un ciprés muerto en el que hace ahora una década el artista Andrés Figuero talló a partir del tronco un ángel de madera al que le añadió unas alas de hierro.

Entre los panteones que son fiel reflejo de diferentes estilos artísticos figuran desde el de la familia Barrueco, con toques egipcios, hasta el de Elvira Alonso Redoli, que utiliza el ladrillo rojizo con reminiscencias mudéjares, o el de Dulce Martín, que reproduce en miniatura el cimborrio de la Catedral con sus gallones característicos.

También son dignos de contemplación otros panteones como el de la familia Bobo, el de los Cancelo, los Prieto o los Rueda.Cementerio de San Atilano en Zamora.

En el apartado escultórico destaca el soldado pétreo que custodia el panteón del teniente Tito, así como las imágenes esculpidas de la Virgen y María Magdalena rezando en el panteón de la familia Nerpell. Son sólo algunos ejemplos pero cualquiera que pasee estos días por el cementerio puede descubrir muchos otros e indagar dónde se ubican tumbas de zamoranos ilustres como el escultor Eduardo Barrón o el poeta Claudio Rodríguez. El nicho turístico del cementerio permanece abierto el puente de los Santos.

@aferreraszamora

El cementerio, un nicho turístico con mucho arte