viernes. 19.04.2024

Se coloca la careta y surge el personaje, son las ocho de la mañana, la niebla y el frio azota Sanzoles y el murmullo atronador de los cencerros anuncia su salida. Más de un centenar en la bodega de Jose Javier apura las sopas de ajo. Ha llegado la hora, Jaime sale a la calle y comienza el Zangarrón.

Dos meses de dura preparación, de salir a la calle a retar al frío, de vencer a las interminables nieblas invernales, de hacer a los músculos a las largas carreras, dos meses de entrenamiento que hoy han dado su fruto. Jamie Salvador ha sido el encargado de personificar el Zangarrón. Salía sin nervios con la lección bien aprendida, con el cuerpo ya hecho al ritmo trepidante de las vísperas y el pueblo respondía.

Un Sanzoles a la carrera, entregado, resonando, hacía revivir una tradición ancenstral. Los jóvenes embebidos en la tradición respondían bien, una y otra vez intentaban colarse en las filas de los danzantes y el Zangarrón "tras", golpe viene y golpe va, haciendose respetar conseguía que todo saliese bien. La mañana estaba fría pero las castañuelas no se ahogaban y el ritmo conseguía romper la escarcha. "Cada año más gente", decía uno. "Esto no se acaba, esta tradición conseguirá sobrevivir a la modernidad", apuntaba otro. 

Y mientras tanto los quintos y danzantes seguían a su ritmo, un Sanzoles embelesado se rendía a sus pies, acababa así la primera parte de la función. 

Tras el baile en las cuatro calles, los danzantes daban las Pascuas a los vecinos del pueblo, casa por casa iban pidiendo el aguinaldo que con tanto esfuerzo se habían ganado. Después, el nuevo sacerdote Manuel San Miguel los recibía en la iglesia para comenzar la santa misa, dando así inicio a la segunda parte de la tradición, la religiosa.

Tras la eucaristía, los quintos sacaron al santo para bailarle y hacerle las venias, el Zangarrón que aún no había perdido un ápice de brío seguía marcando su territorio tirando de garra y alma. "El mejor Zangarrón de hace muchos años", aplaudía la gente. Y mientras tanto su padre visiblemente emocionado tragaba saliva y asentía orgulloso con la cabeza. 

Cansados y agotados acaban unos danzantes y un Zangarrón que poco habían dormido. Sanzoles volvía a cumplir un año más con el rito, a efectuar la tradición. 

Galería de imágenes del Zangarrón de Sanzoles

Un Zangarrón con mucha alma