jueves. 25.04.2024

La Patrona de Zamora ha acudido un año más a La Hiniesta, cumpliendo así una tradición de 725 años.

Miles de zamoranos han acompañado un año más a la Patrona de la ciudad, la Virgen de La Concha, en la tradicional Romería a La Hiniesta, la más antigua del país, que se celebra cada Lunes de Pentecostés de forma ininterrumpida desde hace 725 años.

La alegría del camino y la profunda devoción que sienten los zamoranos por su Patrona marcan una jornada romera que ilustran el sonido de las dulzainas y los redoblantes, las gaitas y los tambores y las flautas y tamboriles de la Escuela de Folclore y de la Asociación Tradición y Música Popular.

A las ocho de la mañana daba comienzo en San Antolín la misa de romeros, mientras las calles tapizadas de tomillo y romero esperaban la salida de la Virgen, precedida del pendón carmesí que ondea incesante todo el día anunciando su paso por las calles y por los campos. A su vera el Niño, cuyo zapatito es dado a besar en la Cruz del Sancho para perderse después por los campos a robar espigas, lo que motiva que su Madre lo ate con cadenita de plata el resto del camino.

Así lo cuenta la leyenda y así lo transmiten los zamoranos de generación en generación cuando salen en romería a su lado con la medalla de cinta roja al cuello y la devoción a flor de piel. Con el abrazo dispuesto para los cofrades que llegan nuevos y el recuerdo y la memoria de los que hicieron camino y vida a nuestro lado, bajo sus andas, siempre cerca de Ella.

Tras entonar la Salve en la iglesia de San Lázaro ante la Virgen del Yermo, cuya festividad se celebra mañana, la comitiva avanzó hacia la Cruz del Rey Sancho, donde se rezó el responso por el alma del monarca en penitencia por el regicidio.

Antes, las lazarinas ofrecían flores a los pies de la Virgen, que pasaba por calles tapizadas de pétalos y tomillo portando la bandera con el escudo de la ciudad, de la que es protectora y Señora.

Después de repostar fuerzas por el camino, los cofrades llegaron hasta el Teso de la Salve, el primer punto desde donde se divisa la espadaña del templo de La Hiniesta, donde es entonada una Salve. Para entonces, los vecinos de la localidad, ataviados con sus mejores galas y cofrades de la Virgen de La Hiniesta, esperaban ya a la comitiva a la entrada del pueblo, donde tuvo lugar el saludo de los pendones y el intercambio de los bastones de los alcaldes de ambas localidades, con una Rosa Vadeón que no ocultaba su emoción ejerciendo por última vez de alcaldesa de la ciudad en un día tan señalado para los zamoranos.

Especialmente intensa fue un año más la subida de la cuesta con las dos comitivas juntas, entre el repiqueteo constante de las campanas de la iglesia, en cuyo interior esperaba la pequeña imagen de la Virgen de La Hiniesta, mientras las calles del pueblo se llenaban de música, alegría y fiesta en una jornada de convivencia entre hiniestinos y zamoranos que refuerzan sus lazos cada año de la mano de sus Vírgenes más queridas, la Patrona de Zamora y la Patrona de la Tierra del Pan.

Tras la comida de hermandad, a las 17.30 horas en una tarde calurosa la comitiva iniciaba el camino de vuelta, después de ser despedidos por los vecinos de La Hiniesta, para efectuar una breve parada en la finca de los Sánchez Cano, que cada año acogen a la Virgen en su casa y calman la sed de los peregrinos con agua y limonada.

Cerca, muy cerca, aguardaba en su ermita el Cristico de Valderrey, que salió a hombros de sus cofrades a recibir a la Virgen, que cumplía así su tradicional visita en el Lunes de Pentecostés, cuando entra en su ermita para el rezo del Rosario mientras los mayordomos obsequian a todos los presentes con pastas y limonadas.

Para entonces ya los zamoranos esperaban la llegada de la Patrona, este año de nuevo por el camino de La Lobata y la zona de Las Vistillas, cuyos vecinos se han volcado engalanando calles y balcones para honrar a la Virgen de La Concha en su retorno a la ciudad.

Ya en la ermita de los Remedios y tras cumplir la visita a la Virgen de los Remedios, la comitiva se ha dirigido hacia la iglesia de San Antolín donde los romeros han interpretado emocionados una última Salve antes de ser introducida en el templo mirando siempre a sus cofrades, que aguardarán un año para volver a ver su rostro en la mañana del Lunes de Pentecostés.

Zamora ha cumplido de nuevo con la tradición y con el orgullo de acompañar a su Virgen de La Concha en la secular romería, Rosa Escogida que quiso vivir entre los zamoranos.

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Miles de romeros se unen en la devoción a la Virgen de La Concha