viernes. 19.04.2024
Un momento del paso del Cristo de la Buena Muerte por las calles

La Plaza de Santa Lucía fue un año más escenario para la oración y el cántico con la interpretación del 'Jerusalem, Jerusalem'.

El Cristo de la Buena Muerte recorrió anoche las calles del casco antiguo de Zamora. Mecido a ras de suelo y en plano inclinado por los hermanos de carga, la imponente imagen del Crucificado salía en procesión arropado por la luz de las teas y el cántico del coro de la hermandad, que interpretó durante el recorrido obras de Enrique Satué, además del 'Jerusalem, Jerusalem' de Miguel Manzano en la Plaza de Santa Lucía, llena a rebosar de un público expectante y respetuoso que guardó un impresionante silencio durante todo el desfile.

Primero, la cruz vacía donde cada año se colocan los nombres de los que faltan. La cruz de la ausencia.

El Cristo de la Buena Muerte, el Cristo de San Vicente, pasaba con los brazos abiertos, casi acariciando con sus manos los rostros que le contemplaban desde la acera mientas el sonido de los tambores marcaba de forma rítmica y solemne su paso por las calles en un cortejo de una impresionante belleza estética y una organización impecable, santo y seña de la hermandad que cada año repite con una puntualidad matemática su paso por los distintos tramos de la procesión para regresar a San Vicente a las dos de la madrugada.

Las agradables temperaturas de la noche propiciaron una notable afluencia de público en las calles de la ciudad, que en algunos tramos se agolpaba para ver al Crucificado y unirse a la penitencia.

Y así, con la penitencia en el aire pero clavada en una cruz al suelo zamorano, la ciudad rezaba a su paso como cuando reza a sus pies en la iglesia de San Vicente pidiendo una vida buena hasta que la propia vida te enseña que también a veces hay que pedir una muerte buena para irnos en paz.

Desde la tierra hasta lo alto, en la vida y en la muerte, siempre contigo, Señor.

Galería de imágenes de Rafa Lorenzo

 

En la vida y en la muerte siempre contigo, Señor