jueves. 25.04.2024
El Nazareno de San Frontis retornó a su templo

Suena el Nazareno de San Frontis mientras El Mozo deja la Seo, mientras comienza su calvario, el día después de haber caido por tercera vez, el día antes de pedirle silencio a toda una ciudad, dos días antes de que su madre, nuestra madre, todavía repleta de Esperanza, busce el consuelo en el corazón de la Santa Iglesia Catedral. Comienza el calvario en busca de su barrio, de su niñez, de su historia escrita por los hermanos de estemeña blanca y morada, para las hermanas, esas que siempre acompañan a la Esperanza y que desde este año lo hacen también el martes.

Las esquilas del Barandales llaman a la ciudad a las calles. La escuchan aquellas personas que quieren ver la majestuosidad de la Catedral con el Via Crucis, la quieren escuchar los vecinos de San Frontis que ya esperan con los brazos abiertos a su hijo, ese que dejaron a buen recaudo en el centro de la ciudad, siempre al lado de la madre, siempre con la Esperanza, siempre tiñiendo el verde de morado.

El maestro Cerveró no pudo escribir mejores sonidos para la tarde del Martes Santo, para esa tarde en la que el cielo, azul añil, toma tonalidades de morado, pasando por el verde reflejo del Duero y el negro de una noche cerrada en el Puente de Piedra, el negro de una madre que no quiere perder la Esperanza pero que despide a su hijo con Soledad. Y las estrellas, balcones de privilegio para asomarse al Duero, para acercarse a San Frontis, brillan en el cielo y en el manto de una Virgen que camina, mas acompañada que nunca, tras los pasos del hijo.

Nazarenos de San Frontis, nazarenos de Pinilla, nazarenos de Cabañales, nazarenos de San José Obrero, nazarenos de todos los rincones de la ciudad y de la provincia; y también nazarenas, mujeres que abrazan la estemeña blanca y sufren el dolor de la madre el martes y el jueves. Nazarenas que este año por primera vez cruzan el Duero hacia los barrios de la otra margen con el caperuz, con la Pasión en las manos y en el corazón, sin la peineta, pero con la Madre.

Nazarenas que vivieron hoy su primer Via Crucis, acompañando a un Nazareno que suda la sangre de todos los zamoranos, acompañando a una madre que busca el consuelo entre sus manos, acompañando a su padre y a su hermano, esos que llevan el peso de la Esperanza sobre sus hombros. Nazarenas que hoy llegan a San Frontis rezando por la persona que hace poco se fue, a su barrio, a su casa, con el mismo dolor que siente la virgen que hace años le dio nombre: Esperanza.

Galería de Rafa Lorenzo

 

Nazarenos de San Frontis, nazarenas de Zamora