martes. 23.04.2024
Foto: Rafael Lorenzo

La iglesia de Santa María La Nueva acoge los sábados de Cuaresma los ensayos de la partitura del Padre Alcácer, abiertos al público.

El segundo sábado de Cuaresma convierte el primer ensayo del Miserere en un reencuentro entre los cantores del coro y una cita con aquellos que se acercan a escuchar, a sentir la emoción del primer Miserere del año, cuando se hace el silencio y el director, Pablo Durán, da la orden de iniciar el cántico.

Todos los años se repite el rito, la cita. Todos los años el mismo canto, la misma partitura, la misma salmodia. Los veteranos guardan a su lado el hueco de los que ya faltan y abren los brazos para recibir a los nuevos cantores que se incorporan para el que será también su primer Miserere, el que resuene en la madrugada del Jueves al Viernes Santo en la Plaza de Viriato cuando pase Cristo Yacente entre centenares y miles de almas.

En los bancos de la iglesia, numeroso público asiste a un ensayo que se ha convertido con el paso del tiempo a otra de las citas que anuncia que la proximidad de la Semana Santa. Hoy, 24 de febrero, falta un mes para que sea Domingo de Ramos, para que la ciudad esté a las puertas de una nueva Pasión. 9Z0A6902.jpg

Bullicio en el templo y después el silencio, mientras Pablo Durán repasa con las cuerdas sus voces y da las indicaciones que, no por dejar de repetir todos los años, no son necesarias. Y después suena el acorde ("do" para los tenores, "la" para los barítonos, "fa" para los bajos) y después de la salmodia gregoriana fluye la polifonía del padre Alcácer, la que mueve las entrañas de cualquier zamorano cuando la escucha, la que mueve los mismos cimientos de la tierra en la madrugada más mágica del año.

Emoción en las voces y en las gargantas. Emoción en los oídos y en los ojos. Emoción en los cantores y en quienes cierran los ojos y los escuchan en silencio. "Miserere Mei Deus". La emoción del primer Miserere. 

 

 

La emoción del primer Miserere