viernes. 29.03.2024

La Hermandad Penitencial de Luz y Vida cumple su treinta salida procesional y rinde homenaje en el cementerio a los fallecidos con un recuerdo a Dionisio Alba y a Manuel Lozano.

La Hermandad Penitencial de Jesús Luz y Vida ha cruzado el puente un año más para acudir ante los muros del cementerio y rendir homenaje a quienes hicieron posible la Semana Santa. A las siete y media de la tarde los portones de la Catedral se abrían y las campanas del Barandales salían a la calle anunciando la procesión.

Del interior del templo mayor han salido los hermanos, dispuestos en parejas y por el centro, mientras el coro y el cuarteto de viento de la hermandad interpretaban las melodías que ilustran la noche del Sábado de Pasión. Tras la Cruz Guía y un primer grupo de hermanos desfilaba la corona de flores sobre una cruz en plano inclinado realizada en forja por Machín Martín. Esas flores quedarían después depositadas en el crucero que la hermandad erigió junto al camposanto en memoria de todos los que allí descansan, siguiendo la idea que en su día lanzase en un pregón el periodista Manuel Espías.

El frío y el viento han sido los compañeros de camino de la hermandad, que cumplía este año sus treinta salidas procesionales, si bien su 30 aniversario se conmemora el próximo año. Ya en el atrio, el Jesús que tallase Hipólito Pérez Calvo detuvo su paso y sus cargadores hicieron entrega de una rosa blanca a Tere, viuda del escultor, así como a Inma, la eterna compañera de Manuel Lozano, entrañable fundador de la hermandad fallecido hace apenas unos meses. Un detalle que se repite año tras año y que da pleno sentido a una procesión nacida para honrar a los difuntos y para prometer la luz de la Resurrección.

Tras la imagen, además del capellán, presidían la procesión el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, Antidio Fagúndez, así como el diputado provincial Antonio Iglesias y una de la Cofradía de la Saleta. La Junta pro Semana Santa, con su presidenta al frente, acudía a la salida de la procesión para asistir después una representación de cada cofradía al acto del cementerio.

El camino hacia San Atilano es duro para los penitentes. Además de ser el itinerario de mayor recorrido de cuantos se efectúan en la Semana Santa de Zamora, el paso del puente de piedra en un día de intenso viento, y una noche muy desapacible han contribuido a que la hermandad peregrine prácticamente sin espectadores hasta el camposanto. Antes, en Cabañales, las Dominicas Dueñas han tocado las campanas al paso del Jesús; un Jesús vivo y en pie que en la noche de la Vigilia Pascual cumplirá su promesa de resurrección.

Ofrenda y recuerdo

Ya en el cementerio de San Atilano, ha tenido lugar la ofrenda floral y la oración por los difuntos, con la intervención del cuarteto de viento de la hermandad, que ha interpretado "Jesús Luz y Vida", de José Ignacio Petit, mientras el coro de la hermandad que dirige Manuel Alejandro ha entonado un "Lacrimosa" de Héctor Pérez rescatado este año del repertorio que se interpretaba en los primeros años, así como el "De Profundis", obra de Jaime Gutiérrez, que presta sonido propio a la hermandad.

Tras la lectura de la Pasión, el abad de la Hermandad Penitencial del Espíritu Santo, Juan Antonio Haedo, ha realizado la ofrenda con un emotivo recuerdo a Dionisio Alba Marcos, figura señera de la Semana Santa de Zamora, y a Manuel Lozano, uno de los "padres" de la hermandad. De esta forma Luz y Vida reforma su acto penitencial, en el que cada año será el presidente de cada una de las cofradías el encargado de realizarlo.

Finalizado el acto, la hermandad emprendía el camino de regreso hacia la Catedral y los hermanos de paso rezaban en voz baja un padrenuestro en la puerta del cementerio por sus difuntos. El camino de vuelta les esperaba, así como el esfuerzo final en la Cuesta de Pizarro antes de regresar al templo mayor. Faltaba un cuarto de hora para la medianoche y la penitencia estaba cumplida.

Galería de imágenes y vídeos Marcos Vicente y Rafael Lorenzo

 

Luz y Vida en una noche de viento y frío