viernes. 29.03.2024

Una liturgia de caperuces negros camina hacia San Lázaro cada Lunes Santo. Hermanos del barrio y hermanos que creen que la muerte no es el final del camino e inundan la ciudad de capas blancas que caminan hacia un San Lázaro que durante unas horas se convertirá en el centro de la ciudad.

A las 20:30 horas, en el corazón de San Lázaro, donde Jesús ya ha caído dos veces, los hermanos de túnica negra y capa blanca vuelven a levantarse y a ascender con el peso de la cruz sobre el hombro. Una cruz que puede ser de yugos, una cruz del pueblo zamorano.

Y en la calle del Riego, mientras la ciudad se agolpa en las aceras para ver a los faroles, este año con cera líquida, que iluminan el camino de Cristo, la madre quiere hacer eterno ese momento de despedida de su hijo, ese momento de Amargura que tendrá su momento álgido en la Plaza Mayor cuando los hermanos elevan la voz para mostrarle al mundo que creen en la palabra de ese Jesús que sigue aguantando el peso de la cruz, que pese a haber caído tres veces, ha vuelto a levantarse.

Y por eso, porque la muerte no es el final del camino, la cofradía avanza tras el sonido de los clarines, esos que parecen llamar a la lluvia todos los Lunes Santo, esos que parecen espantarla muchas tardes de San Lázaro, esos que tocarán a oración mientras los pasos caminan en uno de los momentos más emotivos de toda la Pasión.

Hermanos caídos de San Lázaro