jueves. 18.04.2024

El Milagro de Empel o la Batalla de Empel ocurrió entre los días 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que un Tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de diez navíos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, bajo mando del almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein. En España la tradición católica ha considerado que la victoria fue gracias a la intercesión de la Inmaculada Concepción y por ello la Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles, actual Infantería Española y es fiesta nacional en España el día 8 de diciembre.

Los soldados reclutados para este tercio, que procedían en parte de Zamora y provincia (de ahí su nombre), formaron el Tercio Viejo de Zamora y el maestre de campo Francisco de Bobadilla fue su Comandante en jefe. El hecho se enmarca en las Guerras de los 80 años en el año de 1585, cuando se recupera Amberes para en aquel entonces el Imperio español.

Los soldados del Tercio de Zamora o de Bobadilla son enviados el lunes 2 de diciembre a tomar el llamado Bommelerwaard (al norte de 's-Hertogenbosch), un terreno de 25 kilómetros de este a oeste y 9 kilómetros de norte a sur delimitado por el río Mosa, Waal y canales afluentes.

Pese a lo rico de la tierra, el invierno golpeaba fuerte y los campesinos habían guardado su ganado. Para empeorar la situación de hambruna y desabastecimiento del tercio, una poderosa flota rebelde holandesa de cien barcos ("grandes y pequeños") al mando del conde de Holak (Felipe de Hohenlohe-Neuenstein) aparece en el horizonte, y bloquea a los españoles por las vías fluviales.

Es así como a principios de diciembre de 1585 el Maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla se ve sumido en una grave situación de asedio. El comandante de las fuerzas holandesas propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara:
"Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos".empel_zamora_1.jpg

Tal justificación fue muy popular en la Infantería española, y es también conocida por haber sido empleada en el segundo cerco de Zaragoza (1808-1809).

Ante tal respuesta, el comandante holandés Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto en aquellas tierras tan llanas y bajas: intentar abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo, cosa que sólo consiguió en parte pues Bobadilla tenía a sus fuerzas protegiendo todos los flancos.

Pronto el campo quedó totalmente inundado, salvo pequeñas isletas y Bobadilla ordenó replegarse a un montículo de tierra firme, el montículo de Empel.

Los españoles fueron aquella noche cañoneados con fuego de artillería y arcabucería rebelde, cosa que aguantaron estoicamente durante horas. Sin embargo, con la llegada de la noche, los decididos españoles devolvieron el fuego ya que contaban con algunas piezas de artillería y pusieron en fuga a sus enemigos.

Desesperado, Francisco de Bobadilla ordenó al capitán Bartolomé Torralva y a un acompañante flamenco atravesar el bloqueo en una pequeña barca (pleyta) con varias cartas de auxilio. Entre ellas, se podía distinguir una que tenía como destinario a Mansfeld, el que más cerca se hallaba del lugar de los hechos, otra a Juan de Águila y otra a la cercana guarnición de Bolduque.

El día 7 de diciembre, de acuerdo con la tradición, un soldado del tercio cavando una trinchera cerca de la iglesia o cementerio para guarecerse del aire y la artillería, tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.

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Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada y a cantar la Salve.

"Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día". Según indica la citada tradición, un viento intensamente frío se desató aquella noche, helando las aguas del río Mosa, lo cual era bastante inusual incluso en esta época del año.

Al amanecer del día 8 de diciembre, Holak se vio obligado a ordenar retirada a sus barcos en busca de aguas saladas, para no quedar con ella varado o atrapado en el hielo a merced de los españoles.

El lunes 9 de diciembre, el grueso de la flota había abandonado las inmediaciones del dique y los campos anegados, pero los rebeldes ocupaban todavía sus fuertes de las isletas apoyados por seis navíos a sus inmediaciones.

Los españoles de Bobadilla, envalentonados por aquel cambio de acontecimientos sacaron algunas barcazas (pleytas) y cayeron sobre los holandeses rezagados, algunas versiones dicen que llegaron a asaltar y capturar 10 navíos enemigos y a hacer un cierto número de prisioneros, sin contar embarcaciones holandesas hundidas.

Rescatados con ayuda de este "milagro", y tras 8 días de asedio, el Tercio de Zamora de Bobadilla se había salvado. Con ayuda de la caridad de los vecinos católicos de Bolduque y los hombres de Mansfeld, se atendieron a los heridos y se alimentaron a los hambrientos.

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Los españoles obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak, mientras huía llegó a decir: "Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro"."Cinco mil españoles que eran a la vez cinco mil infantes, y cinco mil caballos ligeros y cinco mil gastadores y cinco mil diablos".

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada Patrona de los Tercios de Flandes e Italia. Ese patronazgo perdura así en la Infantería española hasta nuestros días.

En Empel aún en su Iglesia pueden leerse estas historias en castellano, y son muchos los pueblos de alrededor que conservan escudos y leyendas aquel milagro sucedido en 1585 y en el que los zamoranos tienen parte.

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