jueves. 25.04.2024

Velando almas y plegarias

"Viven. Vienen. Los llama cada día un Merlú en bronce a las puertas de San Juan. Escuchadlo".

Las campanas de San Ildefonso dan las once de la noche mientras enciendo el ordenador avanzando ya por el camino de la noche de velar almas y plegarias, esta noche sin vuelta atrás que desemboca en la Pasión de un pueblo, el mío. Fue hace ya un puñado de años, en la desaparecida web La Pasión de Zamora, una noche como esta, vísperas de Jueves, cuando me imaginaba a Zamora como una novia, como un caballero velando sus armas, cuando mi amigo Javier por una mágica equivocación escribió "almas" en el título. Un trueque maravilloso, porque no es noche de armas, sino de almas.

Hoy, a las doce en punto, a las cero cero, cuando entremos en el Jueves de Pasión, las almas de nuestros muertos regresan a Zamora para seguir acompañando a Cristo y a su Madre por las calles. Hoy es noche de ánimas sin noviembre, sin crisantemos y sin flores, noche de ánimas sin responsos y sin leyendas. El aire de abril sopla, dicta sus nombres. Y ya están viniendo como un ejército invisible para cruzar mañana, hoy mismo, el puente con el Nazareno. Para aposentarse en la mano abierta del Jesús de Luz y Vida, el que les mira a los ojos por encima de sus tumbas y de la tapia del cementerio.

Hoy regresan para entrar en la ciudad de la mano del Jesús triunfante del Domingo de Ramos, para ser alegría en las palmas de los niños y penitencia en cada llama, en cada vela, en cada cirio encendido, cruz viva en las cruces de madera. Para dejarnos los besos que no dimos, para susurrarnos las palabras que no dijimos. Para ser penitencia invisible bajo nuestros hábitos, caricias en la nada, luto en los lutos de las Vírgenes, resurrección en las túnicas que se llevaron como mortaja y sábana última.

Viven. Vienen. Los llama cada día un Merlú en bronce a las puertas de San Juan. Escuchadlo.

Esta noche regresan todos. Aquí no hay armas, solo un ejército de corazones en pie, solo almas. Solo nuestros muertos en pie sobre sus sepulcros, vivos porque mantenemos el tesoro que nos legaron, la fe que nos enseñaron de la mano. Porque recorremos las calles donde resuenan sus pasos y unimos nuestras voces en el cántico más allá, donde la muerte no es el final, donde los salmos no duelen, donde la penitencia es no poder apretarnos hasta el abrazo final de nuestras vidas.

En breve darán las doce y serán santos los días y cortas las noches. Yo ya los escucho a las puertas, al otro lado del río, esperando al Nazareno. Y el Domingo, mientras la ciudad celebre la Resurrección, desandarán las cuestas en dirección al Duero y regresarán al silencio de la Pascua, al olor de las flores, a la calma que invade todo cuando Cristo Resucitado anuncia la vida y Zamora regresa a su pequeña muerte de cada día.

Aquí os esperamos. Venid ya, sed soplo en el aire abril, abrazo en el viento, cofrades invisibles siempre hacia la luz. Abrazadnos.

Venid ya. Entrad, que las puertas están abiertas en esta noche. Que Zamora os espera velando almas y plegarias.

Velando almas y plegarias
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