jueves. 28.03.2024

In Memorian de mi yayo motero, ráfagas y rugidos roncos de mi BT 1.1 en tu memoria

No soy ni capaz de acercarme al tanatorio para despedirme, eso si esta noche he arrancado la BT, si claro, esa, la gris y negra que tu decías que era un poco cabezona de orejas...y como siempre tenías razón. Esta mañana se me encogió el puño derecho ...el del gas, al conocer la noticia de que ya no charlaríamos más sobre ese mundo que sé que nos apasiona y del que tan orgulloso te sentías. Hoy mi yayo motero se despidió para siempre de este asfalto para irse al del cielo, y seguro que Sito y Ángel te esperan en parrilla de salida para darte unas vueltas en la "cabra" que prefieras porque allí podrás elegir montura...

 Javier Vicente era una persona afable, agradable y de charla y conversación distendida, y un erudito de las motos por mucho que lo escondiera con su sonrisa de pillo. Muchas tardes de motos, y sobre todo de clásicas, y de enseñarme y contarme las mil y una aventuras que tanto él como Sito tuvieron en otras épocas cuando las motos se arrancaban a pedalazo y los ajustes de carburación y reglajes eran para los verdaderos maestros del motor.

Tres leyendas de las motos, tres personas queridas por todo el mundo motero que este maldito y negro 2017 nos ha llevado para siempre. Sus andanzas, buenos y malos momentos junto con sus  competiciones quedan para nosotros, los piques y rivalidades entre ellos, que tiempos, que afición, y que sacrificio, para mí un orgullo haberte tenido como amigo.

"A ver si en esta me sacas guapo en esta"..."pues claro que si yayo, le contestaba yo..." esa era siempre su presumida forma de decirme que no me olvidara de las viejas glorias del motociclismo no solo zamorano sino, salmantino. navarro, o asturiano. Javier siempre me agarraba del brazo y me llevaba al box de los suyos, de sus amigos de siempre de los muchos que aún corren con las clásicas. Él disfrutaba rememorando y contándome los años que tenían los que aún corren y me hablaba de lo que habían disfrutado juntos, que habían compartido parrilla, tornillos y herramientas en los circuitos urbanos de media España.

Anoche Javier nos dejó sin con quien poder hablar de todo eso, de las clásicas, de lo bueno que era el ambiente entonces, de lo difícil que era salir adelante en un mundo de competición sin comodidades, con grandes palizones de viaje de noche, para poder correr por la mañana o al día siguiente, noches de arreglos y reglajes infinitos en aquellas reliquias que vemos hoy en las concentraciones y exhibiciones de clásicas y que ponen los pelos de punta cuando pasan delante de uno, con ese inconfundible olor a aceite y gasolina que al que ama las motos le estremece.

En fin, solo se que te echaré de menos, que muchas de las azafatas con las que presumias de yayo...y por supuesto de motero te echarán de menos, los amigos de la AMZ hoy no sacamos una sonrisa, los asturianos, tu amigo el navarro al que me presentaste este año en las clásicas y te recriminaba que no corrieras con él...te echaremos de menos.

Hoy no pude acercarme al tanatorio, pero mi Buldog sí que arrancó a la primera por tí, y tras dos acelerones y un petardazo pidió gas para otra leyenda del motociclismo que nos deja huérfanos de yayo de las motos. Va por ti maestro... no pude por menos que recordarte en este día desapacible y ventoso que se lleva otra leyenda del motociclismo zamorano. Muchas ráfagas desde aquí para que las veas desde el cielo...

In Memorian de mi yayo motero, ráfagas y rugidos roncos de mi BT 1.1 en tu memoria
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