viernes. 29.03.2024

Sólo eres una estrella del rock

Concierto de rock.

Reconozco mi habilidad para sobreponerme a las circunstancias, para no creer que algo es imposible solo porque, de primeras, parezca inalcanzable. Esta filosofía es lo que en mi nuevo trabajo se denomina cholismo, las enseñanzas competitivas del entrenador del Atlético de Madrid, proclamadas para enfrentar la vida, los retos, los nuevos horizontes.

Quizá por ser cholista sin saberlo, nunca he sabido diferenciar las separaciones que existen entre la gente normal y las estrellas, los famosos o la clase política. Yo, que soy un tío normal, nunca entendí por qué no podía acercarme al rockero cincuentón que acababa de tocar en la ciudad para darle la enhorabuena. Y lo hice. Y me llevé una sonrisa y un recuerdo hermoso.

Del mismo modo que un aristócrata no se comporta igual que un nuevo rico, es decir, el primero nace, crece y muere (a veces también se reproduce) con dinero, el segundo ha conseguido una suma importante por un golpe de suerte y, por nada del mundo, dejará que nadie se lo arrebate, porque una vez alcanzado el estatus que siempre soñó, no puede permitir descender un peldaño.

Por eso a veces, mientras negocio con pipas y managers, con promotores de conciertos y bajistas perdidos en los alrededores de los camerinos, consigo el sí, y entonces me cuelo en el reservado, espero encontrarme con una estrella luminosa, alguien que con su sola mirada dé sentido a mi existencia, pero eso, lo lamento de veras, no ha ocurrido nunca hasta ahora, que anuncio mi retirada del fabuloso mundo del fan.

Normalmente, solo encuentras un tipo aislado (a pesar del tumulto), que acaba de hacer su trabajo y al que, casas discográficas mediante, obligan a recibir a pesados como yo que suelen buscar un autógrafo, un reconocimiento o una púa de su guitarra, siempre acompañados de una cámara para inmortalizar el instante. Histórico para la gente normal y aburrido, casi burocrático, para la estrella de turno.

Agradezco a todos los que me recibieron alguna vez: escritores, músicos, cantantes o famosos de medio pelo. Agradezco su paciencia infinita, pero nunca quise sus autógrafos, ni sus fotos, ni sus púas. Yo también sé firmar -como cualquier persona-, también tengo fotos -como cualquier persona- y, en una cajita de carretes de fotos, guardo algunas púas para tocar cuando me apetece.

La última vez que me colé en un camerino fue para pedir, para pedir colaboración. Y me llevé un desplante. El tipo, del que no diré su nombre para no confundirles, me miraba por encima del hombro desde su metro setenta escaso, una altivez que no había sufrido nunca. Acababa de firmar un concierto memorable, dentro de una gira de gran éxito y, es posible, tuviese la visión del mundo un poco distorsionada por los focos o la luz blanca.

Es cierto, yo no debería inmiscuirme en los privados detrás del escenario, ni en los post-conciertos; tampoco debería pedir nada a cambio de mi visita, no debería echarle tanto morro a ciertas cosas, pero eso no justifica las malas caras, los malos gestos y la falta de educación. Todo habría sido diferente si alguien te hubiera dicho alguna vez: sólo eres una estrella del rock. Nada más.

Y te hubiera pegado una colleja. Con tomate, como las de Gomaespuma.

 

David Refoyo

@drefoyo

perdicioncity.blogspot.com

Sólo eres una estrella del rock
Comentarios