viernes. 29.03.2024

La igualdad no tiene color

"Que no se nos olvide que para secundar una huelga o para trabajar hubo mujeres que dejaron su vida y hombres que las ayudaron en su travesía".

Tengo amigas y compañeras, muchas, que hoy apoyan y secundan la huelga convocada para hacer visibles a las invisibles. Tengo amigas y compañeras que la apoyan pero no pueden secundarla porque no pueden realizar un paro, por mínimo que sea, para que cuadren las cuentas a fin de mes. Tengo amigas y compañeras, entre las que me incluyo, a las que les gustaría tener un trabajo para poder hacer un paro, una huelga. Y tengo amigas y compañeras que hoy han decidido trabajar. Todas, unas y otras, ejercen hoy sus legítimos derechos mientras el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer. 

La convocatoria de una huelga, de movilizaciones o de una manifestación en favor de los derechos de las mujeres no puede ser una línea divisoria, un abismo, una brecha. No es una cuestión política. Libres, unidas, vivas nos queremos. Libres para ir o no a trabajar; unidas para defender nuestros derechos como mujeres, que no tienen ideología ni color, que están muy por encima del signo político de quien gobierne; vivas, rabiosamente vivas, para que no tengamos que llorar a ninguna mujer más víctima de la violencia de género.

Más de siete mil mujeres periodistas hemos firmado en España un manifiesto sin más bandera que nuestra profesión denunciando la precariedad laboral, la discriminación salarial, el techo de cristal o el acoso laboral y sexual por el mero hecho de ser mujeres. Por la libertad, por la conciliación, por la dignidad, por una mayor presencia en puestos directivos o como columnistas de opinión, esgrimiendo solo la condición de periodistas. Solo eso. Sin imposiciones, desde el respeto. Desde la conciencia, pero también desde el compromiso.

Existe un feminismo sin el cual las mujeres, incluso las que hoy han decidido trabajar ejerciendo su derecho, jamás hubieran podido sentarse en sus respectivos puestos de trabajo; jamás hubiesen tenido ese derecho. Un feminismo que, por definición, militamos los hombres y las mujeres que defendemos la libertad, la justicia y la igualdad desde el respeto a las diferencias. Un feminismo que ha logrado mover el mundo, abrir puertas, aligerar cargas y caminos.

Existe un color, el morado, que desde 1908 representa la lucha de aquellas primeras sufragistas para lograr el voto femenino. Un color morado que era el símbolo de la lucha por la igualdad mucho antes de que nuevos partidos tiñesen con este color sus cabeceras de folio. El color nazareno de las nazarenas del mundo; el color púrpura de los golpes en la piel. Y existen miles de hombres y mujeres que creemos que llegará el día en que este color sea tiempo pasado, en que estas reivindicaciones no sean necesarias, en que deje de tener sentido un Día de la Mujer.

La jornada de hoy demuestra que las mujeres han sido libres para parar o libres para trabajar. Que somos libres para decidir una vida sin imposiciones radicales que contradicen lo que pregonaba aquel primer feminismo, ese feminismo bien entendido, sin exclusiones, sin enemigos. Todo aquello que se aleje de ese respeto nada tiene que ver con la igualdad que defiendo y procuro aplicar cada día de mi vida, sea marzo o sea diciembre.

Para todas las que hoy hemos parado, para todas las que habéis trabajado, mi respeto y un deseo: que el Ocho de Marzo sirva de unión y orgullo por todo lo caminado, por lo ya conseguido; que nunca se nos olvide que tanto para secundar una huelga como para trabajar hubo mujeres que dejaron su vida en el empeño y hombres que las ayudaron en su travesía.

Que no se nos olvide que algunas no pueden parar; que algunas no pueden trabajar; que algunas no pueden vivir. Que la igualdad, que la libertad, no tienen ningún color, no son patrimonio exclusivo de nadie.

A todas, a todos, gracias.

 

 

 

 

 

La igualdad no tiene color
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