jueves. 28.03.2024

ADN ganador

Esteban Salinas intenta llegar a un balón que se le escapa.

De todos los partidos que he visto este año del MMT Seguros, me quedo con el de esta semana, por ese gen de pelea, garra y victoria que demostraron los zamoranos.

Este año el Manuel Camba ha dejado partidos para la gloria, de un tronío tal que han resonado a nivel nacional en espacios en los que el balonmano, y especialmente su Segunda División, no suelen tener cabida.

En la mente de todo el público está el empate ante el Barcelona "B", una remontada histórica, un partido que hizo acabar de creer a toda la ciudad en que este equipo tenía muchas cosas de decir. Un partido completo, impactante, especialmente por la nejundia del rival, del todopoderoso equipo blaugrana.

Es también digno de recuerdo el partido frente a Alcobendas que, durante muchos minutos, pareció un juguete en manos de los zamoranos, un equipo desdibujado, una sombra de lo que realmente es. El Balonmano Zamora hizo unos 60 minutos memorables, secando a los madrileños que parecían un equipo de 1ª Nacional "A" y que chocaban, además, frente a Luis Posado una y otra vez.

Sin embargo, el partido ante Sinfín fue un paso más allá, pese a que el resultado final fue de derrota, pese a que cuando lo más complicado parecía hecho, se acabó cayendo en el tramo final. El aprtido ante Sinfín, posiblemente, no tenía el mismo morbo que el partido frente al Barcelona "B", ni las cosas salieron tan rodadas como ante Alcobendas.

El Balonmano Zamora acudía con dos bajas importantes, dos jugadores que se encontraban concentrados con su selección y que obligaron al resto del equipo a hacer un sobreesfuerzo. El equipo, además, tuvo que nadar contracorriente después de unos minutos en los que las cosas no salieron y en los que el marcador se alejó en exceso.

Es en las derrotas, cuando se conoce mejor a un equipo. Se le encuentran las carencias, se le agrandan los puntos débiles, se demuestra quien sabe levantarse cuando le golpean y quien se queda en la lona. El MMT Seguros le pegaron una sonora bofetada, le golpearon una y otra vez sin que consiguieran levantarse. Enfrente un portero que es ya pesadilla de los zamoranos y los palos, esos palos que cortaban las galopadas sin freno de Camino.

Lo más fácil parecía tirar la toalla, resignarse a que este partido no caería del lado local, pero eso no está en el ADN de este equipo que nunca baja los brazos. Y de los siete goles de ventaja se bajó primero a seis y luego a cinco, y Camino consiguió que fueran cuatro. Sinfín paró hay la cuenta, pero si el Camba se enciende ya no lo para nadie. Y así fue, el equipo puso los cimientos de la remontada y la grada se encargó de recordarles que creían en la victoria. Y este equipo se transforma en esos momentos, de una forma que todavía no se ha sabido contar y consigue pasar de caer por siete goles a hacerlo por uno sin que el rival haya podido darse cuenta.

Lamentablemente la remontada se paró ahí, no se culminó, al final sólo quedarán las sensaciones y el cabreo, porque los puntos se los llevaron los rivales. Pero el Balonmano Zamora volvió a dar una lección de deporte, de entrega, de casta, de tener un par de esos muy bien puestos, y especialmente una lección de como encarar las dificultades.

Esta vez no se pudo ganar, y posiblemente nadie recuerde el partido contra Sinfín, por lo amargo de la derrota, pero de estas derrotas todo el mundo aprende, y Zamora ha aprendido que este equipo nunca se rinde porque tiene grabado a fuego en su ADN la victoria.

ADN ganador
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