viernes. 19.04.2024
Enrique Crespo Rubio

El doctor Enrique Crespo Rubio pronuncia esta tarde a las 20.30 horas la II Exaltación a la Virgen de la Soledad en la iglesia de San Juan.

Respira amor por Zamora por todos sus poros. Hombre de ciencia y de fe, el doctor Enrique Crespo Rubio realiza esta tarde a las 20.30 horas en la iglesia de San Juan la II Exaltación Literaria a la Virgen de la Soledad, su gran amor, a la que está vinculado desde niño y cuya imagen le acompaña en los quirófanos donde opera junto al Cristo de las Injurias, su otra gran devoción.

-Pronuncia esta tarde la Exaltación a la Virgen de la Soledad. Un eslabón más a su vinculación con la Cofradía de Jesús Nazareno, de la que siempre ha dicho que es la "suya", la más querida.

-Pues sí, ¡qué te voy a decir!. Aunque en la primera procesión que yo salí fue en el Silencio, la cofradía de La Mañana es especial en mi familia, estoy vinculado a ella desde que nací. Hay una foto que he rescatado siendo muy niño con la señora que nos cuidaba ante la Virgen de la Soledad en Las Tres Cruces. Estaba con ella toda la mañana todos, todos, mi padre, mis tíos, mis primos, salían en la procesión. Y así seguimos haciéndolo cuando dan las cuatro y media de la madrugada y llegamos a San Juan todos, mis hermanos, mis primos, mis sobrinos, y salimos juntos. Es la gran cofradía de Zamora, la que nos identifica, la que nos representa. La más numerosa, la más popular, con elementos que trascienden a la propia Semana Santa como son la marcha de Thalberg o el Merlú... eso es Zamora. De hecho yo en mi teléfono tengo como melodía el Merlú; no creo que haya un solo zamorano que lo escuche y no se le pongan los pelos como escarpias.

-La Virgen de la Soledad... esta tarde la tendrá muy cerca. ¿Qué le va a decir?

-La verdad es que lo pienso y me emociono, no sé si seré capaz de no ponerme a llorar en algún momento. Nunca me imaginé el honor de estar al lado de la Virgen, de poder decir en voz alta lo que siento, lo que pienso, lo que reflexiono en cada procesión cuando voy detrás de Ella desde que fui mayordomo, hace veinte años, coincidiendo con el nacimiento de mi hija. A veces ver la cara de la gente, ver cómo la miran, sobre todo en el regreso, con la luz de la mañana; ver la devoción que deja a su paso, cómo la gente le reza me hace hasta llorar debajo del caperuz... esas caras, esos ojos mirando a la Virgen... es impresionante.

-En una tierra de devociones puede decirse que es la gran devoción de los zamoranos.

-La Soledad es la gran Madre de Zamora, es impresionante el sentimiento que provoca no solo el Sábado Santo, sino también en la madrugada del Viernes. Cuando llego a San Juan el Viernes Santo me pongo detrás del paso, donde nadie me ve, y me arrodillo y permanezco allí rezándole hasta que la levantan. Es una visita obligada cada vez que vengo a Zamora. Mucha gente no lo sabe, pero mi abuela fue la primera vicepresidenta de la Sección un tiempo y la madera de la mesa de su paso la mandó traer mi tío José de Guinea. Todas las mujeres de la familia y también mi hija son damas y salen en la procesión del Sábado, es algo que nos han inculcado desde muy pequeños.

-Usted además es un hombre de fe. Un hombre de ciencia -traumatólogo y cirujano taurino- pero de creencias férreas.

-Soy creyente, sí. Es más, a veces yo creo que, como los toreros, rayo en la superstición, y entiéndeme; conozco toreros que no van a misa pero levantan su altar en la habitación y es emocionante cómo rezan, qué cosas dicen antes de salir a la plaza. Unos creen en los amuletos; a mí me gusta aferrarme a mi fe. En la enfermería de Zamora, en las enfermerías de mis plazas, siempre tengo a la Soledad y al Cristo de las Injurias, que es la otra gran devoción de nuestra familia. También me gusta llevar un crucifijo en el bolsillo. Soy creyente pero imperfecto y siempre les pido que me ayuden a ser mejor en todo, soy muy exigente conmigo mismo.

 

"Es impresionante ver cómo miran los zamoranos a la Soledad, el rastro de devoción que...