Un grupo de amigos comandados por Tomás Pedrero proceden a instalar el ya tradicional Nacimiento que será completado por todos los zamoranos que lo deseen.
Las entrañas del Bosque de Valorio acogen su ya tradicional Nacimiento popular que instala un grupo de amigos y al que los zamoranos aportan de forma voluntaria figuritas y adornos que hacen que la instalación crezca cada año. Figuras y elementos decorativos son bienvenidos en un Belén nacido de forma espontánea que ya se ha ganado un hueco entre las instalaciones visitables de la ciudad.
Comandados por Tomás Pedrero, el grupo de amigos integrado por el Capi, Jose, el Mora, Floren, Agustín y el Pope -paseantes habituales del bosque y auténticos manitas- procedieron a instalar el curioso Belén en los días previos a la festividad de la Inmaculada para que los zamoranos continúen un año más la instalación con la aportación de figuras, árboles, casas, espumillones y detalles y adornos navideños. Todo tiene cabida en la instalación, que se ha ganado por derecho propio un hueco entre los Belenes visitables por el público.
El paso de la tormenta "Ana" ha respetado el Nacimiento y sus promotores esperan que también los zamoranos y paseantes del bosque lo respeten, puesto que el año pasado fue objeto de algunas sustracciones. Una reproducción del puente del arroyo de Valorio, los tradicionales caminos de serrín y el río de papel de plata no faltan en la instalación, que cuenta con varios Portales de Belén y figuras de diversos tamaños, siguiendo la anarquía de anteriores ediciones que lo convierten en un Belén muy especial que ya los zamoranos sienten como "suyo". Allí, sobre la tierra mojada, el musgo y la hojarasca, entre los árboles, cerca del camino, late la Navidad en todo su esplendor, tan humilde, tan desde el corazón.
Un Belén sin presupuesto ni luces ni alharacas; un Belén humilde, entrañable y mágico, que un año más lleva el auténtico espíritu de la Navidad al corazón del bosque de Valorio.
