miércoles. 24.04.2024
Foto: Guardia Civil

El 1 de septiembre de 1988 se incorporaron a la Academia de Baeza en Jaen las primeras 198 primeras mujeres que serían guardias civiles de pleno derecho dos años después, componentes femeninas que iban a pasar a formar parte del Cuerpo de la Guardia Civil. Hoy 30 años después se normaliza la visión de una mujer con uniforme y aunque aún queda camino por recorrer la mujer está reconocida como igual en un cuerpo de seguridad del estado que estudia planes especiales de igualdad y que empezarán a dar sus frutos en breve. 

Ser mujer y Guardia Civil sigue suponiendo un gran reto. Vencer al que dirán y sobre todo los miedos que tuvieron que superar aquellas pioneras era un hándicap que hoy día se normaliza aunque tan solo el 7% del benemérito cuerpo está formado por mujeres y solo el 2,5% tiene mando y escalafón. En la Comandancia de Zamora ese porcentaje sube al 10% y son 54 las mujeres que forman parte de los guardias de la provincia.

Hoy, las mujeres guardias civiles españolas desempeñan labores relacionadas con todos los sectores en los que está dividido el cuerpo, la seguridad ciudadana, investigación, Tráfico, Intervenciones de Armas, Servicio de Protección de la Naturaleza, intervenciones y rescates en montaña,Servicio Aéreo del Cuerpo, Grupos de Reserva y Seguridad, fiscal y de fronteras, centros de enseñanza de la Guardia Civil, en el extranjero y en puestos de mando y de gestión, salvo 

Antecedentes históricos: las matronas

En 1948 aparecen los primeros uniformes femeninos, sin divisas ni armamento, para mujeres que llevaban a cabo tareas que no podían hacer los hombres, como registros corporales a otras mujeres. Estas mujeres se denominaron matronas y, por lo general, eran viudas o huérfanas del Cuerpo que auxiliaban en puestos fronterizos y aduaneros, como puertos y aeropuertos.

El camino recorrido desde entonces ha sido largo y no poco tortuoso, pero la realidad demuestra como, día a día, las mujeres en general y las mujeres guardias civiles en particular, han conseguido romper y superar roles y estereotipos que tan asentados estaban en la sociedad. El origen de este peculiar servicio se remonta al año 1860 cuando se crearon las primeras nueve plazas en el cuerpo de Carabineros, que tenía como principal misión la prevención del contrabando. Su número fue ampliándose durante los años siguientes para cubrir los principales puertos y puestos fronterizos, encargándose de reconocer a las mujeres que intentaban entrar en territorio español con objetos de contrabando ocultos entre sus ropas o en sus cuerpos.

Al desaparecer el cuerpo de Carabineros en 1940 y asumir la Guardia Civil las misiones de vigilancia y control de puertos, costas y fronteras, las matronas pasaron a integrase en la Benemérita, desempeñando las mismas funciones que venían realizando pero vistiendo ya el uniforme del Instituto Armado.

En 1950 se aprobó su propio reglamento para el reclutamiento, disciplina y servicios, donde se establecía que para ingresar debían tener entre 25 y 45 años de edad y ser viudas o huérfanas del cuerpo.

En 1987 se convocaron por primera vez pruebas selectivas de acceso libre para ingreso como matronas de la Guardia Civil, por lo que su procedencia fue muy variada. Al año siguiente se aprobó el ingreso de la mujer en las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, lo que terminó provocando que en 1990 se dispusiera que dejaran de prestar su servicio peculiar en puertos y fronteras.

Las matronas pasaron entonces hasta su retiro a las oficinas de la Comandancia y zonas como funcionarios civiles de la Administración del Estado.

Fuentes: Benemérita al día y Europa Sur

Treinta años en el cuerpo