jueves. 28.03.2024

Debo volver a dar gracias no a Dios, (aunque también porque en alguna ocasión tuve que pedirle déjame vivir) sino a los hombres y mujeres que me cuidaron esa semana a caballo entre marzo y abril en el Hospital Virgen de la Concha En una situación de curva ascendente como la que tenemos hoy en Zamora. 6 meses después espero que mi recuerdo sirva para que muchos piensen antes de nada como puede ser un contagio por COVID-19 sufriendo la enfermedad que miles de españoles sufrirán o sufren en estos meses de pandemia.

Una situación en la que no deseo que nadie tenga que verse inmerso jamás, pero que espero también alguien aprenda, con uno o una me vale que la VIDA es para conservarla y proteger y protegerse.

Una semana en la que apenas dormí pensando en que si me intubaban jamás volvería a ver a mis mellizas, ni a mi padre que estaba una planta más arriba también con otra neumonía a cuenta del COVID-19, ni a mi madre que al final moriría de lo mismo tras cinco días en el Hospital de Ciudad Real, en un 10 de abril Viernes Santo que jamás olvidaré, despedirse de una madre via videoconferencia no es ni mucho menos una buena experiencia.

 Así fueron las cosas y en primera persona y las cuento para que con que alguien tome nota valdrá, porque hace 6 meses que tengo la oportunida,  la segunda oportunidad de vivir, y espero que quien lo lea, sepa que o se cuida o lo mismo no tiene tanta suerte como yo.

Tras haber estado trabajando a saco en una Semana Santa que veíamos que no se celebraría, tanto un compañero como yo fuimos los dos infectados de la plantilla de Zamora News, dos que caímos porque salimos, porque cubrimos lo incubrible, y porque estaba de pasar, no hay más que decir. Donde nos contagiamos, pues ahí sabe Dios ahí si donde fue protección y distancia social intentamos manter pero entonces lo de la mascarilla era más que raro llevarla.

La tercer planta fue mi casa durante una semana, con un pase por urgencias donde Espe Saavedra me acompañó a mis nuevos aposentos empujándome en una silla de ruedas a la recién estrenada tercera PLANTA COVID un lugar especialmente ( no acogedor y con un olor a desinfectante y a lejía que se olía desde la calle). Antes Amaya una enfermera encantadora y con mucho miedo también en su mirada me dijo: "con el pedazo de neumonía que tienes hoy duermes en el hospital así que hazte a la idea Paco Zamora News". Ella me abrió los ojos a lo que yo no quería ni ver...no a mi no...aunque yo sabía tras más de 14 días con fiebre que era carne de cañón. 

Entre tanto mi hija Sara que esperaba en la sala de urgencias, recibía la mala noticia de que se quedaría sola en casa no pudiendo volver a estar con su hermana por si acaso ella también estaba contagiada. Le debió de caer como un jarro de agua fría y más tarde me confesó que lloró como una magadalena, su padre y su abuelo en el hospital, ella técnico auxiliar de farmacia no nos pudo cuidar mejor, arriesgando incluso su vida, pero COVID-19 no puede con la tercera generación Colmenero, no, con ellas no, o al menos eso espero.

Y claro volviendo a la experiencia, la tercera planta era planta COVID, puesto que ya lo eran la sexta, la cuarta y la quinta, y el hospital se llenaba y se llenaba, no se si era el paciente 59 o el 60 que entró en aquella zona extraña y llena de olor a lejía por todas partes y a desinfectante, el caso es que allí me quedé con un pijama que me quedaba pequeño con mi ropa de calle y mi plumas naranja del que tuve que tirar muchas veces para poder entrar en calor ya que el frío en el Hospital era más que latente.

Aquella noche no dormí nada, lloré como un crío y rezé lo rezable para que pasara cuanto antes. Con las primeras luces de la mañana y la jodía fiebre que no bajaba los mareos se sucedían y la saturación de oxígeno caía hasta 89-90, algo normal a cuenta de la neumonía según los médicos. Tos no tenía demasiada, pero la fiebre era alta y se que me duché varias veces intentando bajar la fiebre. Pastillas tomé por kilos, y la consciencia se que no la perdí. 

Me preguntaba como estaría el Robinson Crusoe, mi padre, arriba en la cuarta y preguntaba para saber...mañana me contarán...eso esper, a duras penas y tras noche en vela..amanecía un día más y al menos daba gracias por estar vivo y eso si lleno de pinchazos por todas partes, vía, suero, heparina, y empezaba el calvario de la lucha contra el virus.

Seis meses después con mi padre en mi casa y con sus 88 diciembres tirando del carro mantengo la VIDA que al final es lo importante, gracias a los que si saben de que va esto y a los que no han hecho caso, ellos saben que esto podía volver a ocurrir y está ocurriendo, hoy hay 73 personas ingresadas en el hospital 13 más que aquel 27 de marzo en el que todo se torció y mantuvo la curva ascendente. 

La cuerva sigue mañana será otro día en el que contaré más de como se sufre de como duele y las mil peripecias que hay que hacer cuando uno lucha por sobrevivir. Reitero las gracias a todos los que ayudaron a que hoy pueda poner esta experiencia de manifiesto.

Un día como hoy hace 6 meses el Hospital Virgen de la Concha me acogió con una neumonía...