El primer ministro británico, Boris Johnson, ha confirmado que el país regresará a un nuevo confinamiento nacional que comenzará el próximo jueves hasta 2 de diciembre. El anuncio se produce el mismo día que el país ha superado el millón de contagios notificados y tras anunciar 21.915 positivos en las últimas 24 horas.
Una vez entre en vigor esta medida decaerá la estrategia de restricciones locales por la que había apostado el gabinete conservador británico. Comercios y negocios no esenciales deberán cerrar, así como de toda la hostelería, aunque escuelas y universidades seguirán abiertas así como aquellos trabajos, como el sector de la construcción, en los que es inviable el teletrabajo.
Johnson justifica que el cierre es necesario para evitar el colapso de la sanidad pública británica (NHS), sometida ya una fuerte presión, así como para poder celebrar las Navidades.
Al igual que en Francia, Johnson ha precisado que se trata de un confinamiento más suave con respecto al vivido en primavera: los ciudadanos podrán salir de su casa para practicar ejercicio una hora al día y se permitirá el contacto con una persona fuera de la unidad familiar.
El primer ministro quiso dar motivos para la esperanza al declararse "optimista" sobre la evolución de la pandemia para primavera, ya que ahora se cuenta con la perspectiva de "usar millones de test rápidos y fiables".
Los expertos no se muestran tan optimistas como el premier, que ha anunciado pruebas masivas de la covid-19. Uno de los expertos, Patrick Vallance, asegura que si las cifras siguen creciendo a este ritmo, "a lo largo de invierno hay un riesgo potencial de que las muertes sean del doble, o más, que en primavera".
