viernes. 29.03.2024
Foto altar de la Iglesia de Otero de Bodas

Ana María Joaquín es una de esas mujeres de la provincia a las que el papa Francisco ha autorizado a leer la Palabra de Dios y dar la comunión. En realidad, la decisión del pontífice solo eleva a norma lo que hasta ahora era permitido como excepción por necesidades pastorales. 

"Solo viene a dar reconocimiento a una labor que las mujeres llevamos realizando más de una década", reitera esta vecina de Villardeciervos.

 Pero la revisión del viejo documento promulgado por Pablo VI (1972) sienta un precedente importante y para algunos es un avance hacia la apertura del sacerdocio femenino. "Claro que me gustaría que las mujeres pudieran ser sacerdotes", asegura Ana María Joaquín. 

 Sin embargo, enseguida añade que "la Iglesia es la que tiene la última palabra" y, realista, confiesa que "pasarán muchos años antes de que veamos el sacerdocio femenino". "Dios proveerá", apostilla.

Ana María Joaquín lleva una década recorriendo los 17 pueblos que integran el CAP de Villardeciervos para leer los Evangelios y dar la Eucaristía. Comenzó como ayudante de una monja de la residencia de Villardeciervos a la que el sacerdote pidió ayuda para celebrar misa en Villanueva y Otero de Bodas. "La hermana no tenía coche, así que la acompañé durante tres años", explica Ana María.

Después, y tras el retiro de la religiosa, ella cogió el testigo con el permiso del Obispado de Astorga y, desde entonces, viaja por los pueblos para llevar la Palabra de Dios. "Los curas tienen muchos municipios y no llegan a todos", reconoce, por lo que considera fundamental "ayudar para que los pueblos no pierdan su misa".

Forma parte de un grupo de 10 personas, de ambos sexos, que recorren los 17 pueblos que conforman el CAP de Villardeciervos. Antes de la pandemia, acudían dos veces al mes a estas localidades para celebrar la misa pero, ahora y con el coronavirus disparado, se han interrumpido los viajes.

El cambio en el canon (artículo) 230 del Código de Derecho Canónico consiste simplemente en eliminar la segunda palabra, que era «varones», por: «Los laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia».

Pero, para Ana María Joaquín es un cambio importante porque da reconocimiento a una labor que, a veces, sufre los sinsabores de la incomprensión: "Hay personas que no quieren comulgar porque no soy sacerdote", relata. Ahora, ya tienen el permiso y el reconocimiento del mismo papa Francisco.

 

Ana María Joaquín; "La autorización del papa da reconocimiento a una labor que las...