viernes. 19.04.2024

La escritora zamorana Gloria S. de Castro Prieto, añora la tierruca y desde su visión a miles de kilómetros de la Zamora que la vió nacer, describe lo que más se echa de menos estando lejos del momento de la Semana Santa.

Todo sabe igual  

Gloria S. de Castro Prieto

Llevo meses viviendo a miles de kilómetros de la tierra que me vio nacer. Si un amigo canario me preguntara qué añoro de Zamora, además de a mi familia y amigos, hoy por hoy le diría que la Semana Santa. Seguramente mi amigo me preguntaría que por qué, que qué tiene ella que no tenga el mar, o el buceo, por poner un ejemplo de cosas que cuando estoy allí echo de menos de aquí. Podría entonces repetirme y hablar de esos diminutos detalles que nos hacen rememorar estos días con los sentidos, ese olor que se queda impregnando el aire, el sabor dulce de la despedida amarga, el tacto aterciopelado de los atardeceres cruzando el rio, la mirada del Cristo en su Tercera Caída o la melodía fúnebre y rota de la pasión; pero no, esta vez voy a ir más lejos, tan lejos como los casi 2000 kilómetros que me separan de mi Semuret.

Para sentir la Semana Santa no se necesita haberlo mamado desde niño, hay quien no ha tenido la suerte de crecer en una familia semanasantera, tampoco es óbice que no se viva en la capital, ni que en la casa las aceitadas sean el plato estrella. Para sentirla es esencial llevarla en el corazón, tan simple como eso, que a pesar de la distancia al escuchar los primeros acordes de Thalberg se te escape un suspiro, que cuando se acercan esas fechas las emociones galopen sin pausa y que una vez pisas su tierra, todo sepa igual.

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La escritora zamorana Gloria S. de Castro Prieto añora la Semana Santa y recuerda desde...