miércoles. 24.04.2024

La Plaza de la Catedral se tiñe de rojo y miles de cofrades juran Silencio para acompañar al Cristo de las Injurias en su procesión, cuyo recorrido ha sido acortado a causa de la lluvia.

Zamora ha jurado silencio a los pies del Cristo de las Injurias. Casi tres mil cofrades asentían al requerimiento de silencio antes de recorrer las calles de la ciudad mientras los clarines anunciaban el paso del cortejo. Un cortejo que de forma excepcional se ha dirigido hacia la calle del Silencio, donde tiene su sede social la Real Hermandad del Cristo de las Injurias. La procesión ha acortado su recorrido dirigiéndose desde la Plaza Mayor hacia el Museo a causa de la lluvia.

Cuando la rebautizaron Calle del Silencio, probablemente nadie se imaginaba que un día el Cristo de las Injurias, el del Silencio, pasaría por esa calle casi rozando con sus dedos, desde la Cruz, las ventanas y balcones desde las que los vecinos han contemplado su paso, su maravillosa y perfecta anatomía, entre interminables filas de cofrades de caperuz rojo y túnica blanca que iluminaban con sus cirios el camino.

A las ocho y media de la tarde se concentraban los hermanos en la Plaza de la Catedral mientras caía una fina lluvia que, sin embargo, no impidió la puesta en marcha de la procesión. Entre los presentes, un año más sin faltar a la cita, el exministro Jaime Mayor Oreja asistía a su encuentro anual con el Cristo de las Injurias. El incienso de los pebeteros ascendía y la música del chelo de Jaime Rapado, compuesta por Enrique Satué, se elevaba en el aire e invitaba a la reflexión, a la contemplación, a la plegaria. Tras la ofrenda de Silencio realizada por Manuel Javier Peña Echevarría, el Obispo de la Diócesis tomaba juramento a los hermanos que, rodilla en tierra, asintieron en voz alta. "Sí, juramos".

Entonces se hizo el silencio solo roto por los clarines y los tambores para iniciar la procesión hacia los jardines de Antonio del Águila, la Plaza de Arias Gonzalo y la calle del Silencio. Una vez recorrido este primer tramo que la cofradía ha realizado de forma excepcional por el corte en la Rúa de los Notarios, la procesión ha desembocado en la Plaza de los Ciento para seguir su habitual itinerario por la Rúa de los Francos, y la Plaza Mayor donde ha tenido que ser desviada por la amenaza de lluvia para retornar al Museo de Semana Santa.

Mientras, los tambores ponían sonido a sus pasos como un corazón ronco latiendo y los dos pebeteros perfumaban la ciudad con el olor de los días santos, el del incienso, y también el de la cera derretida, que hoy era promesa de silencio, un viaje de introspección bajo el caperuz, el privilegio de contemplar la maravillosa imagen del Cristo de las Injurias por las calles, aunque la lluvia haya obligado a acortar la procesión, privando así de verlo a miles de personas que aguardaban su paso por la Zamora más céntrica.

Ya en el Museo, la imagen ha sido entregada a la Real Cofradía del Santo Entierro, cuya bandera de terciopelo negro desfilaba detrás del Cristo, que la devolverá en la tarde del Viernes Santo a la Catedral, donde recibe culto todo el año.

Galería de imágenes ( Fotos y vídeos, Rafael Lorenzo, Marcos Vicente, Control, edición y producción Fco Colmenero, comentarios Ana Pedrero)

Un Cristo por la Calle del Silencio