martes. 16.04.2024

La Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte ha cerrado con sus paso por las calles la noche de lunes santo en Zamora. Puntuales, como siempr,  a las doce de la noche se abrían las puertas de la iglesia de San Vicente para dar inicio a la procesión, que ha descendido la cuesta de Balborraz para dirigirse hacia la plaza de Santa Lucía.

Las llamas de las teas y los hábitos blancos de los penitentes formaban un cortejo de luz que precedía al Cristo de la Buena Muerte, uno de los mejores crucificados de Zamora, salido de la gubia de Juan Ruiz de Zumeta en el siglo XVII.

Abría la procesión la cruz de difuntos sobre la que un día se asentó el Cristo, imponiendo silencio y respeto. Un silencio que en la noche de Lunes Santo se hace sólido en Zamora, solo roto por los tambores destemplados del Cristo, el roce de las sandalias sobre los empedrados y las voces exquisitas del Coro de la Hermandad, que hacen de la oración cántico y del cántico belleza. Tan simple, tan desde dentro.

Belleza. La belleza de una muerte buena cuando todo está cumplido. La belleza de unas últimas palabras. La belleza de la ofrenda en Santa Lucía, cuando todo es fuego, fuego y silencio entre miles de personas en un Lunes Santo que quedará marcado a fuego por las llamas que devoran la catedral de Norte Dame y le duele al mundo.

Aquí, en Zamora, el fuego era plegaria, caricia y ofrenda, teas encendidas, corazones encendidos custodiando el sueño del Cristo de la Buena Muerte. Y más allá, siempre el cántico.

GALERÍA DE IMÁGENES ( Fotos: Marcos Vicente, Aroa Colmenero, Pablo Clemente)

VÍDEOS Fco Colmenero y Óscar Antón

VÍDEO DE LA SALIDA DE LA IGLESIA DE SAN VICENTE

CÁNTICO DEL JERUSALEM EN LA PLAZA DE SANTA LUCÍA

El fuego y el cántico custodian el sueño del Cristo de la Buena Muerte