sábado. 20.04.2024

En la madrugada de esta noche se cumplirá el 60 aniversario de la tragedia que hizo realidad una de las leyendas del Lago de Sanabria al inundar el pueblo de Ribadelago. Un fatídico suceso que hoy como todos los 8 de enero recordamos con tristeza e indignación puesto que nuestros antepasados fueron presa de la codicia humana.

El trágico suceso acabó con la vida 144 de los 549 vecinos que entonces tenía la localidad por culpa de la rotura de la presa de Vega de Tera, una de las construcciónes hidroeléctricas de la España de los pantanos que se desarrolló en la época franquista.

El recuerdo emocionado de los supervivientes de la tragedia pervive 60 años después y, como cada 9 de enero,  se vuelve a celebrar en Ribadelago una misa en recuerdo de los fallecidos. Entre las historias de los supervivientes hay casos sobrecogedores que relatan algunos de los integrantes de la Asociación Hijos de Ribadelago, como el del niño de un año de edad al que salvó la vida su padre ciego, que accedió al tejado de la única casa de la zona que no se derrumbó y permaneció en él hasta que pasó la riada.

Era la madrugada del 9 de enero de 1959 cuando la presa de Vega de Tera, que se había llenado al máximo de capacidad por primera vez, cedió y provocó que ocho millones de mestro cúbicos de agua bajaran con fuerza por el desnivel de 490 metros que tienen el cañón del río Tera y arrasaran la localidad de Ribadelago antes de desembocar en el Lago de Sanabria. Irónicamente, la leyenda que atribuía el origen del lago a la inundación de un pueblo se hizo en parte realidad.

Entre los 144 fallecidos en la tragedia se encontraban catorce familias que perecieron al completo y que ni siquiera pudieron recibir sepultura, ya que tan sólo se recuperaron 28 cadáveres. El resto de víctimas mortales descansan en el fondo del lago de origen glaciar más grande de la Península Ibérica.

La sensación de que nunca se llegó a hacer justicia por esta tragedia pervive 55 años después de la catástrofe entre los vecinos de Ribadelago. Los dos únicos condenados a un año de prisión como responsables de la rotura de la presa fueron finalmente indultados mientras que los familiares de algunas víctimas tardaron hasta veinte años en cobrar las indemnizaciones que les correspondían, que curiosamente eran mayores si los fallecidos eran hombres que si se trataba de mujeres.

El desastre de Vega de Tera no sólo supuso un punto negro en la España de los pantanos de Franco sino que además el Estado había dado "todas las bendiciones" a la construcción de la presa y el propio dictador la había inaugurado en 1956.

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El caudillo quiso figurar en la reconstrucción del pueblo y apadrinó el nuevo Ribadelago de Franco, que fue un ejemplo más de la improvisación con la que se actuó tras la catástrofe ya que se construyó en un emplazamiento inadecuado, en una zona sombría a orillas del lago de Sanabria, con casas de estilo andaluz nada acordes con el entorno montañoso de la zona.

En Ribadelago Viejo, para no olvidar la tragedia, existe un monumento a las víctimas. Además, hace diez años, coincidiendo con el cincuenta aniversario de la catástrofe, se anunció la creación de un museo para recordar a los fallecidos. El proyecto finalmente no salió adelante, lo que no impide que en la memoria colectiva de los vecinos de Ribadelago de mayor edad permanezca indeleble el recuerdo del funesto 9 de enero de 1959.

La Diputación provincial dotó de 50.000 euros una partida para para la construcción y puesta en marcha del Museo en Memoria de las Víctimas de la Tragedia de Ribadelago, con independencia de las aportaciones que puedan hacer otras administraciones públicas como el Gobierno de España, a través del Ministerio de Fomento, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Galende. Aún hoy en día el proyecto sigue sin finalización, triste que después de 60 años las cosas sigan igual.

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Esta madrugada pasadas las 12 se cumplirán 60 años de la catástrofe de Ribadelago