miércoles. 24.04.2024

Se llama violación

No conozco la Ley pero desde niña aprendí a manejar muy bien el lenguaje, a llamar a las cosas por su nombre. No conozco las trampas, los resquicios que hacen que a veces la Justicia o el Código Penal por el que se rige nos parezca a los ciudadanos, hombres y mujeres, una presunta casa de putas, de presuntas putas, por muy Justicia que sea. 

No conozco la Ley pero sé que cuando a una joven con sus dieciocho recién estrenados la acorralan en un portal cinco tíos hechos y derechos, cinco bigardos, cinco cerdos que de hombres tienen poco, la desnudan, la toquetean, la penetran oral, anal y vaginalmente, la graban con sus teléfonos móviles, la abandonan como a una mierda después de tratarla como a una mierda y le roban el móvil para que no pueda ni pedir auxilio, eso tiene un nombre diga lo que digan las leyes. No conozco la Ley, pero no hablamos precisamente de un rollo de colegueo.

No conozco la Ley, pero sé cómo se llama lo que ocurrió en aquel portal de Pamplona. Y no es una cita amorosa precisamente, ni siquiera un polvo exprés de los de "aquí paz y después gloria" si ambas partes, dos o cinco o veinte, están de acuerdo. No soy quién para enjuiciar la moral de cada uno y allá cada cual con su vida mientras no violente la de los demás como han violentado, como han violado, como han quebrado en un antes y un después los cinco individuos de la Manada la vida de su víctima.

Me parece un insulto que tengamos que tomar las calles para recordar que las mujeres tenemos derecho a salir y a entrar, a decir sí o no, a administrar nuestro cuerpo y nuestro sexo como nuestra voluntad nos dé a entender. Me parece un insulto que se cuestione a las víctimas en el caso de las agresiones sexuales, que la Justicia se burle de la sociedad del siglo XXI sobre las espaldas de las mujeres, que visto lo visto no pueden salir solas porque el mero hecho de ir solas las hace ya vulnerables y sospechosas. O más aún, que no pueden salir a ligar, a besar, a follar con un desconocido que se ponga a tiro si es lo que le pide el cuerpo a los dos. O que no tienen derecho a decir "no" si después un tribunal interpreta "sí".

Hay límites, claro que los hay. Los límites que marca la libertad del que tienes enfrente, esa libertad que a esa criatura de dieciocho se le ha negado para siempre con una sentencia que ha encendido a la sociedad española por todo lo que conlleva, más allá del juicio paralelo de la calle. No conozco la Ley, pero sí sé lo que es el sentido común.

Miles de hombres y mujeres hemos salido hoy a la calle en este país la Ley dice que una mujer por el mero hecho de estar en calle sola puede ser violada por todos los orificios de su cuerpo con un Código Penal que dice que no ha sido violada ante un juez que cuestiona, que decide si ha habido consentimiento o no de una víctima que denuncia precisamente eso: que ha sido violada.

Y todo ello nos produce profundo asco, profunda indignación a los hombres y mujeres que creemos en la libertad, en el respeto, en la Ley, en una Justicia justa que quizá hoy lo que ha hecho ha sido ceñirse a lo que hay, tan injusta. Pero si es así, urge actualizar, modificar el Código Penal en lo que a las agresiones sexuales se refiere en una sentencia impresentable, humillante, insultante.

Yo no conozco la Ley pero conozco de puta madre el lenguaje. Y sé que esto tiene un nombre, lo llamen como lo llamen tres jueces que hoy, con el Código Penal vigente en la mano, han escupido sobre una manada multitudinaria de hombres y mujeres que aún creemos que es posible defender nuestro derecho a ser hombres y mujeres libres.

Yo sí te creo. No conozco la Ley, pero lo que te hicieron esos cinco mierdas en un portal se llama violación.

 

Se llama violación
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