sábado. 20.04.2024

Mi otra familia, la de los Follacos de Fermoselle

Sentirse en casa cuando uno es ya mayor, pasa pocas veces, y como normalmente la familia viene impuesta y ya se sabe que no siempre a gusto de uno, es dificil vivir situaciones y momentos como el de este fin de semana. Pero cuando te eligen, y de verdad te hacen partícipe de una familia grande con valores de los que ya no quedan, solo queda el reconocimiento y devolver lo que te dan, si es que aprendiste la lección de vida. Saben ese refrán que dice: El que da lo que tiene no está obligado a dar más...pues nace en una calle de Fermoselle en el número 240 de una de sus calles.

Así es de fácil y de complicado a la vez.

Ver como cada año que pasa te acogen con más cariño, en su casa, en su vida,  solo deja una sensación de plenitud que es difícil explicar, pero hay que intentarlo.

No tuve hermanos mayores si una pequeña, que vive lejos y es difícil por los avatares de la vida tenerla presente, pero cuando menos te lo esperas surgen amistades que pasan ese término y se convierten en parte de tu vida familiar. Aqui el ejemplo con María Robles y el papi de Fermoselle, Luis Martín. Dos enormes personas que hacen de estos días de concentración motera se transformen en un momento único y no solo a mí, aunque si en especial, sino a todo el que pasa por su casa, ellos hacen de su morada un sitio de esos de los que cuesta irse.

Su humildad y cariño sale de la mirada, de gestos, de tacto, y que no solo por los periquillos que son la joya de la corona y conquistan a cualquiera. Un matrimonio que ha sacado adelante a una familia no sin esfuerzo y si con mucho trabajo y tesón y que al final tiene que ser grande como su corazón por...narices. El refrán de: "el que da lo que tiene no está obligado a dar más", nace en el 240 de una calle de Fermoselle y en esa calle vive la familia Martín Robles. No se te ocurra insinuar, solo insinuar que necesitas algo que en menos que canta un gallo lo tienes en la mano, y eso a parte de valorar, es algo que no se ve en una sociedad que llena de competiciones, envídias y malas caras que crecen día a día, se dan si o sí, pues bien, aquí todo lo contrario.

Sus hijos ( Fran para mí, Fernando para muchos otros, es uno de los hijos de este matrimonio de abuelos jóvenes de espíritu y que cuida de sus nietos Alex y Alba como si de su propia vida se tratara. Muchos hubieran querido tener la mitad de amor y cariño que sale de estos dos yayos, yayos de bandera ni más, pero nunca de menos. Pero vamos con Fran. Grande de estatura y de corazón como le han enseñado sus padres, es una de las personas que se rompe una mano por que no te caigas y de los que dan más allá de lo que puedas llegar a querer, de ahí que María su novia ( otra que tal baila y lo hace de maravilla) no deje de mirarle con esa cara de admiración que se tiene cuando el verdadero amor surge entre dos personas. El otro de los especiales es Luis el hermano mayor de Fran, padre de los mellizos, y que es otro "especimen" de esos de los que te encuentras dos o tres, no más en la vida, y no por raro sino por auténtico, humano y sincero.

Y así volvemos a los verdaderos hacedores de una filosofía de vida basada en la humildad, en el trabajo y en el cariño. María y Luis, que ya el año pasado eran mis padres adoptivos en Fermoselle, ( esto si que es raro... un lugar de los Arribes en los que la despoblación sigue creciendo, decrece cuando Motofollacos llega), esta pareja, como decía, aumenta la familia y no son bebés lo que acojen no...Todos los que hemos podido disfrutar de su hospitalidad este fin de semana no podíamos por por menos que decir: "Gracias papis" todo un honor seguir viendo como cada año crece eso que es tan complicado hoy día. Reconozco que allí se para el tiempo y las horas se alargan para conversar y escuchar a estos dos verdaderos PADRES con las MAYÚSCULAS en luminoso rojo. En breve volveremos a estar por supuesto ...todo un lujo Luis y María, María y Luis. Siempre agradecido.

Mi otra familia, la de los Follacos de Fermoselle
Comentarios