jueves. 28.03.2024

Hijos de Viriato

Ha llegado el día. No sé si será un día de juntarse mucha o poca gente, si a mi pueblo le saldrá la raza, el espíritu de Viriato, el orgullo del guerrero, o si preferirá quedarse dormido, cerrar los ojos como si la cosa no fuese con ellos, como si Zamora no estuviese herida de muerte, maltratada por los siglos de los siglos, sentenciada.

No sé si los zamoranos decidirán quedarse en casa, esperando a que alguien o algo venga a sacarnos las castañas del fuego, o si saldrán a hacer visible a una ciudad, a una provincia que se muere, que agoniza, que hemos matado entre todos: unos, los que llevan el timón, por conducirla a los niveles más altos de despoblación, desempleo y envejecimiento de todo el país, que son los más bajos en esperanza, en futuro, en desarrollo, en vida.

Los otros, nosotros, por no reaccionar antes, por no tomar las calles, por no exigir a quienes nos gobiernan que cuiden, que mimen, que abracen a esta tierra. Por limitarnos a ser simples palmeros, por acudir cada cuatro años a las urnas, dar el aprobado con un voto y creer que con eso ya está todo cumplido, que hemos ejercido nuestro derecho y nuestro deber.

Hoy un grupo de hombres y mujeres, de niños, de jóvenes, saldrán a la calle a abrazar Zamora. Una Zamora que necesita que la abracen, que la quieran por encima de intereses de partido, que le curen las heridas, que la ayuden a ponerse en pie. Una Zamora que necesita que una cadena de brazos cierre las puertas por donde salen todos, miles de jóvenes, a buscarse la vida.

La convocatoria, el abrazo, está abierto a todo el mundo, no tiene color político y solo una bandera hecha de jirones y de sangre, de las batallas ganadas por sangre del pastor lusitano, ese Viriato que con su mano en alto saluda al futuro, mira al frente sin miedo.

Somos hijos de un mundo rural que se muere. Pero también somos hijos de un pueblo bravo que ganó con uñas y dientes, con gestas y leyendas, su sitio, su lugar en el mundo. Somos hijos de un siglo XXI en el que Zamora también tiene su sitio.

La Plataforma Ciudadana Viriatos ha surgido desde abajo, casi de forma casual, por un chispazo de impotencia y de rebeldía ante lo que está ocurriendo en Zamora. No nace para solapar, nace para sumar, abierta a todo el mundo. Hoy os piden, nos piden un abrazo. Un abrazo, solo eso. Todo eso.

Salir a la calle, unir nuestras manos, abrazar a nuestra tierra, a nuestra cuna, pedirle perdón por haber permitido que la hayan dejado en cueros y mirar para otro lado como si no fuese con nosotros. Ese abrazo.

Un abrazo que es mucho más que un abrazo, porque cada abrazo es un zamorano con nombre y apellidos, cada abrazo es un voto, una voz, un recordatorio a quienes nos rigen para que se pongan las pilas, hagan sus deberes y ejerzan de zamoranos. Porque cada abrazo es un grito, una exigencia, una petición para que se articule un plan integral de desarrollo entre todas las instituciones para que detengan esta sangría, esta muerte diaria.

La Plataforma Ciudadana Viriatos ya ha ganado, sumen los que sumen, si hacen pensar, si ponen en pie a los zamoranos, si nos recuerdan quiénes somos, de dónde venimos y nos conciencian de que hay que clamar por un "dónde vamos". Y abrir los ojos y mirar al frente, y ejercer de arietes y derribar muros.

Suena utópico, pero suena bonito. Es real, es hoy, es cada día. Suena a un despertar, a un germen, a un "hasta aquí" a menos de un año de elecciones. No nos quedemos en casa, incluso los que no creen.

La cita es a partir de las siete y media de la tarde a los pies de Viriato, en la calle, junto al guerrero, nuestro eterno capitán que da nombre a un Campus ganado por asalto popular a un viejo cuartel.

Recuperemos aquel espíritu. Seamos, al fin, dignos hijos de Viriato.

Hijos de Viriato
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