martes. 16.04.2024

Un milagro

Los españoles, el mundo, nos iremos a la cama hoy deseando un milagro y nos despertaremos mañana pendientes de ese milagro, aferrados a un hilo de esperanza que parece casi imposible, con todo en contra. Un milagro para Julen.

Un milagro para Julen, un niño de dos años que tiene al mundo con el corazón encogido y pendiente de un pozo de más de cien metros de profundidad donde intentan penetrar millones de corazones para insuflarle vida.

Son las doce de la noche. Y mi corazón y mi mente están allí, en Totalán, en Málaga, donde centenares de hombres trabajan a destajo para reventar la tierra y acceder al pozo donde se encuentra el pequeño desde hace más de una semana. 

Hombres y mujeres que a estas alturas, ocho días después de que la tierra engullese al pequeño, han hecho posible ya el milagro del coraje, de la fuerza del amor, de la solidaridad, de la lucha contra los elementos para intentar encontrar con vida al pequeño.

Ni la lluvia ni las bajas temperaturas ni la falta de sueño ni la oscuridad ni un terreno impisible han hecho mella en quienes se afanan en seguir escarbando la tierra. Pienso ahora en la lección de generosidad y entrega de esos mineros dispuestos a descender al vientre de la tierra en las condiciones más adversas sin saber muy bien qué se van a encontrar allá abajo, donde todo es oscuridad y riesgo. Pienso en la solidaridad de esos vecinos que intentan arropar a unos padres rotos. En su barrio de El Palo enmudecido donde un triciclo verde espera el regreso de su dueño. Pienso en su angustia, en su ansiedad, en el dolor de ese padre y esa madre y no soy capaz de ponerme en sus zapatos porque yo no he parido a un hijo aunque sí sé lo que es sentir que te arrancan el corazón de cuajo, sin anestesia.

Hoy es noche de vigilia. Imposible dormir. Una noche más con los cinco sentidos puestos en aquel pozo, con la impotencia de no poder doblegar a la naturaleza en pleno siglo XXI, pero también con la recuperada fe en la solidaridad y en la bondad del hombre, en que la unión hace la fuerza y en que, por pequeñita que sea, siempre queda la esperanza de un milagro. El milagro.

No deja de ser paradójico -lo pensaba hoy llena de rabia y de dolor- que mientras el mundo contiene la respiración con el caso del pequeño Julen, que mientras el mundo intenta abrazar y sostener a esos padres en su insoportable espera, también hoy en España haya fallecido un bebé de dos meses asesinado por los malos tratos de su padre, una mala bestia que debería pudrirse en un pozo de donde nadie lo sacase como todo aquel capaz de atentar contra algo tan inocente y tan tierno como un niño.

Y hoy, ahora, en esta noche de vigilia, mientras un grupo de mineros desciende a la búsqueda de un pequeño, a quienes creen les pido que recen a su Dios y a quienes no creen les pido que se unan con su energía al rezo, a la esperanza, al deseo de que este milagro de solidaridad, unión, valentía y coraje que están dando hombres y mujeres en la tierra para encontrar a Julen pueda ser rematado con otro milagro, el de la vida, ahí abajo.

El milagro.

Un milagro
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