jueves. 25.04.2024

Julen y las dos Españas

El triste caso del pequeño Julen ha evidenciado en los últimos días que existen dos Españas condenadas a no entenderse, dos Españas que son el anverso y el reverso de una moneda.

No son las Españas de izquierdas y de derechas, la roja y la azul, ni las dos Españas del Madrid o el Barça; no son las Españas de Norte y Sur ni las de Este y Oeste, ni la taurina y la no taurina, ni la gitana ni la paya, ni la católica, la atea o la mediopensionista.

El triste caso del pequeño Julen ha evidenciado que existe una España maravillosa, solidaria, humana, buena. Una España que se ha volcado en el rescate imposible de un niño con todos sus medios técnicos y humanos, que ha excavado la tierra contra reloj, que ha luchado contra un titán de piedra y tierra que se negaba a devolver al niño.

Una España que ha amparado a unos padres rotos de dolor, que les ha abierto la puerta de su casa, que les ha abrazado desde la esperanza y la oración, cerca o lejos. Una España que ha tenido pegada su alma al cerro de Totalán donde hombres y mujeres, héroes anónimos, se afanaban sin descanso en encontrar al pequeño y excavaban la tierra con sus manos. Una España que amo profundamente y me hace sentir orgullosa, decir a boca llena que soy española.

El triste caso del pequeño Julen ha evidenciado también que existe una España malvada, perversa, malintencionada. Una España que vomita maldad y la propaga a través de las redes, sentadita en casa, sin ningún tipo de pudor; una España que no conoce la empatía, el amor, el respeto. Una España con tintes racistas y teorías de la conspiración que se hace fuerte en el anonimato y se multiplica después en amigos y conocidos que reenvían y hacen pública toda esa mierda "por si acaso".

Una España que se erige en juez y parte antes que los propios jueces y que utiliza el nombre de la Guardia Civil y demás cuerpos que han intervenido en el operativo, que han tenido que desmentir los bulos envenenados creados en torno a los jóvenes padres del niño. Una España por la que siento un profundo rechazo y que me da vergüenza ajena. Nunca entenderé cómo puede ser posible tanta miseria humana.

Las primeras investigaciones apuntan a que el niño cayó limpiamente a ese pozo (donde algunos sugerían que no estaba) y que el tapón de piedras y arena se formó en su caída sin que nadie arrojase ningún tipo de material, como también escupían otros sin siquiera esperar a que las investigaciones comenzasen, incluso con opciones a elegir, todas ellas atentando contra la dignidad del pequeño y de su familia.

Queda dirimir por qué ese pozo estaba sin sellar, que de ello depende la acusación y pena que pueda derivarse por la muerte del pequeño, así como la legalidad de las obras en esa parcela, que tendrá sus consecuencias conforme a ley y que, de no haberse producido este suceso, sería un chiringuito más entre tantos casetos ilegales en la España roja, azul, blanca, gitana, paya, taurina, antitaurina, católica, atea, del Madrid, del Barça, mala y buena. Uno más de tantos construidos sin licencia y con picardía de los erigidos en suelo rural no urbanizable. Todo lo demás, todo, solo ha sido maldad y morbo arrojados sin escrúpulos sobre un padre y una madre vapuleados por la vida y por la mala suerte sin piedad.

Con el caso en los juzgados y el niño enterrado al fin junto a su hermano mayor, solo cabe esperar la información oficial y veraz del caso y que todos los que han injuriado gravemente a la familia del niño viralicen igual de deprisa este tipo de noticias que ya están en algunos periódicos de tirada nacional aunque nada podrá aliviar el dolor añadido que se le ha causado a esa pobre gente.

Esa es la España que detesto, la España que me da asco, en la que insultar y difamar es tan fácil y barato. Esta es la España, la sociedad que no entiendo, que no quiero.

Frente a ello, me quedo con la ola de amor generada en torno a un estrecho pozo de Totalán, el milagro de solidaridad y generosidad que me ha reconciliado en parte con la humanidad y que me recuerda que hay una España a la que adoro, que me emociona, que es pura luz entre tanta sombra.

Todo mi amor para esos padres. Y tú, pequeño Julen, descansa, duerme ya en la paz.

Julen y las dos Españas
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