viernes. 29.03.2024

Gallego de Lugo, pero viajero por toda Europa debido a su profesión periodística, Albert Brand es el autor del libro ¡Repuebla!, que pretende ser una guía práctica para lograr una repoblación exitosa.

Criado, como él mismo cuenta, con el gemido lastimero de los carros de vacas como sonido de fondo, Brand, junto a varias personas de varios puntos, (Valle del Jerte, Maestrazgo Castellonense, Campiña británica, y polders holandeses, además de otros de la cuenca del río Danubio), montó una ONG con la finalidad de "promover el regreso de las personas que viven hacinadas en la ciudad en entornos contaminados e insalubres, al medio rural".

Todo surgió en un encuentro de Bomberos Voluntarios "donde hablábamos de los incendios forestales de última generación y se puso de manifiesto que una de las principales causas eran los monocultivos de pinos y eucaliptos y , sobre todo, el abandono del medio rural con las labores de la tierra relacionadas", explica el periodista. Y añade que "la diversidad de cultivos y la ganadería extensiva son los mejores preventivos para evitar incendios forestales, y si se producen, extinguirlos naturalmente".

Desde entonces han pasado 6 años y ese encuentro fue el germen de la Asociación Neorurales, una agrupación que pretende dar respuesta a las "mismas preguntas" que nos hacemos todos al tratar el tema de la despoblación rural. De esas interrogaciones salió ¡Repuebla! , un libro que tenía que haber visto la luz en marzo del año pasado, pero que, con la pandemia se tuvo que posponer, e incluso adaptar a la nueva situación.

-¿Cómo llevamos la ciudad al campo?

-La gente del campo conoce la ciudad pero no al revés. La gente de la ciudad es la que tiene que conocer el campo, por eso se deberían fomentar las actividades como las granjas-escuela o las escuelas de artesanía tradicional. No se trata de hacer del rural un parque temático, pero si, dar a conocer que un conejo y un cordero no son del mismo tamaño como piensan algunos niños en las grandes urbes. Además el realizar esas actividades podría suponer unos ingresos adicionales para las personas en el entorno rural. De hecho ya se han hecho programas piloto en la Ribera del Danubio y en las Highlands escocesas donde se promociona un turismo activo - turismo activo no es solo barranquismo- en el que las personas participan en el ordeño del ganado y en hacer un queso, o en recoger los pimientos que luego se llevan en una cesta de mimbre que han podido confeccionar en el taller artesano del pueblo, etc. y todo eso, pagando previamente, además de lo que compran.

-¿Qué podríamos ofrecer en la provincia de Zamora?

 -En Zamora no podía faltar un taller artesano donde enseñar a confeccionar una manta o una capa de Aliste, al menos unos centímetros, y luego venderles varias ya hechas.

-Dice en su libro que la Digitalización no solo debe ser con Internet, pero la cobertura es vital para un negocio y en Zamora la mayoría de los pueblos tienen  muy mala conexión?

-La digitalización también incluye el uso de tecnologías como robots de cultivo, o la toma constante de datos con dispositivos que miden el agua, la luz, y otros parámetros básicos para los cultivos. También es digitalización instalar sistemas inteligentes para controlar si un contenedor de reciclaje está lleno y así enviar aviso para que el camión se desvíe a recogerlo o elija otra ruta. Todo esto se puede hacer de forma autónoma, pero si no hay una buena conexión a Internet y no se pueden intercambiar los datos, no serviría de nada la inversión. Además, a raíz de la pandemia los desarrollos de telemedicina, teletrabajo, telecompras están avanzando en meses lo que estaba previsto en décadas. Sin una buena conexión a Internet nos va a tocar volver a movernos en borrico porque hasta los coches mas modernos no van a poder circular sin estar conectados.

-¿En qué consiste la plataforma de venta directa que propone en su libro?

- En ¡Repuebla!  propongo como medida contra la despoblación crear en las ciudades unos mercados directos - lo que eran antiguamente las Plazas de Abastos- donde se podría comercializar directamente la producción agrícola por parte de los campesinos. Centros comerciales específicos donde solo se comercialice directamente por quien produce, sea el sector agro-ganadero o el artesano. El incremento de precio en los mercados de un producto ronda, en muchas ocasiones, el 800% del valor que le pagan al campesino. Ante el cabreo generalizado que generó esa noticia, propuse hacerlo por nuestra cuenta, en plan pequeño, alquilando locales o pidiéndolos a las diputaciones o a la Junta, que, como Asociación nos los podrían dejar legalmente, y montar unas tiendas en diversos sitios.

-¿Zamora fue una opción?

 -Zamora fue de las primeras opciones, pero también surgió la idea en Asturias y Jaén además de en Valencia, por lo que hemos valorado la opción de interconectar esas tiendas locales para poder vender productos de productores de otros sitios también directamente, y a ser posible ecológicos. Aquí incluyo también artesanos, así se podrían mandar las mantas, el vino, de Zamora a Jaén , y a cambio recibir naranjas de Valencia. Lo que no puede ser es que tengamos en las tiendas garbanzos de México o de Turquía y no haya manera de comprar los de Fuentesaúco o los habones de Sanabria, y que si vas a un supermercado los quesos vengan de Holanda, donde el ganado no ve el sol en toda su vida y menos aún la hierba fresca en un prado. Del vino y aceite de los Arribes ya ni pregunto porque si no vas a alguna tienda gourmet es imposible encontrarlos.

-Apuesta por reducir trabas burocráticas y acabar con las normas contra la venta ambulante. ¿Esta propuesta es una alternativa real para fijar población?

-Las normas burocráticas son necesarias pero hay que adaptarlas a las circunstancias. No se puede exigir lo mismo en un pueblo pequeño que en la ciudad. Si para montar una fábrica artesana de bicicletas como la que quieren montar unos amigos míos, te exigen los mismos estudios de impacto ambiental por ruido que en la ciudad, cuando la quieren hacer en un pueblo buscando una nave un poco alejada lo que hacen es ahuyentar el espíritu emprendedor. La normativa sobre venta ambulante ha de existir, pero hay que adaptarlas a las circunstancias actuales, no se trata de que alguien esté teletrabajando en su casa y tenga que colgar el teléfono porque se le pone debajo de la ventana una furgoneta de congelados con la megafonía a todo volumen como me ha pasado a mí, pero tampoco impedir el acceso de otros tipos de negocios ambulantes.

-¿En qué negocios está pensando?

-En el libro propongo, por ejemplo tener un bus-alimentación o un bus-ferretería o incluso un bus-pub o bus-guardería, que puedan dar servicio a las poblaciones, y para ello hay que facilitarles el acceso, regulado, pero no asfixiado, y eso sí, favoreciendo siempre en primer lugar el comercio local.

-¿Cómo deberían ser los nuevos modelos de tiendas rurales?

-Adaptadas a los tiempos. Tiendas rurales también son las de poblaciones medianas, pero en los pueblos mas pequeños, además de los tan necesarios ultramarinos también puede ser necesario comprar un teléfono móvil o una hacer una recarga, o adquirir un vestido de novia o unos zapatos de vestir, por decir algo. Una tienda local no puede tener almacenados siete vestidos de novia por si alguien se casa, pero si que puede tener acuerdos con varios diseñadores para mostrar en una pantalla esos vestidos y recibir dos o tres elegidos para que se los prueben en la tienda, y devolver los que no quiera, sin coste especial, incluso que el-la modisto pueda ver a la persona en su pantalla y hacerle sugerencias. La compra por Internet ha venido para quedarse, pero eso no puede matar al comercio tradicional, pues todos necesitamos la comunicación personal, tener a alguien enfrente a quien consultarle unas dudas, y que nos aconsejen como conocedores de su producto. Y eso, aunque hace un año se creía que no era necesario, con la pandemia hemos visto que si que lo es.

-Apuesta también por volver a los mercados de abastos, pero en ciudades como Zamora cada vez tienen menos clientes?

-La tendencia se está revirtiendo, especialmente con productos ecológicos. Y lo hemos visto con la pandemia. Parece que, de golpe, el interés por lo sano y natural ha resurgido de la noche a la mañana. No obstante, los mercados de abastos han de modernizarse y adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su ADN, productos locales comprados directamente y con garantía de calidad siempre estarán más demandados que productos que vienen del otro lado del mundo y que para que no se estropeen, les ponen mil productos químicos, los recubren de cera y hasta los tiñen para que tengan color de auténticos. La calidad siempre triunfa.

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-También propone instalar una farmacia en un pueblo, un negocio en otro, es decir, compartir servicios móviles para dar servicio a toda una comarca. ¿Es solo una iniciativa o la experiencia se ha llevado a cabo ya en España?

-En Soria, La Exclusiva hace algo parecido. La farmacia tendría que montarla alguien con licenciatura, pero el servicio de llevar la compra a domicilio lo llevan bien estas personas de La Exclusiva. No obstante, yo proponía en el libro una mayor especialización. Quizá no funcione una peluquería en un pueblo con 50 habitantes porque los números no salen, pero si esa peluquería la montan en un antiguo autobús, que de servicio a toda la comarca, yendo cada día a un pueblo, las cosas cambian.


-Para luchar contra la despoblación es vital tener en cuenta las peculiaridades de cada zona o sirven políticas comunes?

-Ambas son necesarias. Una legislación estatal es primordial, al igual que las Directivas Europeas, pero hay que hacer estudios específicos para cada zona, incluso para cada pueblo. Nosotros en la Asociación hacemos análisis específicos para cada zona, pues lo que funciona en un pueblo podría ser un fracaso en otro a 20 kilómetros de distancia. No obstante, algunas leyes podrían ayudar, por ejemplo favoreciendo la autocostrucción de vivienda permanente, reduciendo los trámites burocráticos para las mismas, o unas leyes que rebajen los impuestos a quien vive permanente en el entorno rural.

-La caza o la pesca son actividades vitales para mantener el medio rural?

-Si y no. Una cosa es que las personas del pueblo cacen un jabalí para tener matanza todo el año en la casa o salgan a pescar el domingo y otra muy distinta el turismo de cacería, que deja poco dinero en el pueblo y destroza los caminos con los todoterrenos, asustan al ganado y lo llenan todo de basura. La caza "industrial" deja mucho dinero, pero lo deja fuera. De hecho hay multinacionales que llevan a esas personas a depredar diversos territorios y hoy pueden estar en Zamora y mañana en Zimbaue. No les interesa cuidar el entorno y encima el dinero acaba fuera del país.

-¿Cree que el coronavirus supondrá la vuelta de la gente al campo aunque sea de manera paulatina?

-La Covid-19 ha provocado un gran interés por el medio rural, pero muchas personas harán ese viaje de ida y vuelta. Es necesario entender que vivir en un pueblo y hacerlo en una urbanización en una casa con jardín no es lo mismo. Para trasladarse al campo, es necesario reiniciar la vida, reinventarse y dejar atrás los paradigmas de la ciudad. Es muy atractivo eso de estar rodeados de encinas y que los niños vean a los pajaritos comiendo las migas de pan de la merienda, pero cuando se les averíe el coche y no haya taller en el pueblo, y tengan que moverse una semana en autobús, que pasa cada dos horas, con suerte, en cuanto tengan la vacuna se volverán al piso en la ciudad porque tienen el metro en la puerta. No obstante, quedará un poso de un número importante de personas que querrán permanecer en el medio rural, para ellas precisamente está escrito ¡ Repuebla ! que ya está en Amazon y pronto también en librerías de las de toda la vida. Hay mucha gente que quiere ir al campo, pero si les dan casa gratis, trabajo y los mismos servicios que en la ciudad y eso no es así.

-¿Entonce de qué depende el éxito de la repoblación?

-No depende de lo que nos puedan aportar si no de que es lo que vamos a aportar nosotros en el pueblo donde queremos ir. Nada es gratis, pero no todo hay que pagarlo con dinero. Desde otra Asociación en la que participo, por ejemplo, estamos buscando un antiguo convento o un camping o un poblado ferroviario para poner un centro de descanso y recuperación psicológica para el personal de emergencias y sanitario de toda Europa. El planteamiento no es que nos dejen un edificio así como así por nuestra cara bonita, si no que a cambio del edificio ofrecemos una revitalización económica del pueblo, organizando de actividades turísticas integrativas y no depredadoras, compra de los alimentos locales, promoción de la artesanía, etc. Eso mismo es lo que hay que hacer con cualquier proyecto de vida en el medio rural, ofrecer algo a cambio y que se beneficien ambas partes. Además hay que cambiar el paradigma. En el entorno rural hay mucho trabajo, pero no siempre son trabajos de ocho horas. Un día te pueden contratar para pintar una casa, otro día para cuidar el jardín, o para ir a ayudar a llevar la cosecha al mercado. Por eso hace falta formación, específica y variada. La labor de las administraciones es muy importante, pues realizar cursos de formación continua sobre diversos temas es vital para poder tener opciones varias de trabajo.

-Los empresarios también deberían apostar por los pueblos..

-Lo que si que ha abierto la pandemia son los ojos de muchos empresarios que se habían ido a Asia para pagar menos salarios y se han dado cuenta, que se pueden bajar costes productivos en otras cosas diferentes a los salarios. Una nave en un pueblo es mucho mas barata de construir y de mantener que en la ciudad, puede calentarla con biomasa y con energía solar y eólica, por lo que ahorra costes energéticos. Su personal puede ir caminando al trabajo o en bicicleta, por lo que se mantendrán mas sanos y tendrán menos bajas laborales, si tienen que llevar al niño al médico pueden hacerlo en la hora del bocadillo -si hay pediatra en el pueblo- y no necesitan tomarse todo el día libre. En casos de picos de producción puede llamar refuerzos mas fácilmente, y, sobre todo, cuando tenga al personal formado, con todo lo que cuesta eso en horas y roturas, no se lo va a llevar la empresa de la competencia ofreciéndole dos duros mas al mes. La gente del pueblo procurará ayudar a la empresa, incluso el Ayuntamiento pondrá menos trabas en reservarle un espacio de aparcamiento para que puedan descargar los camiones que si está en una ciudad donde son simplemente una empresa más.

-Crear puestos de trabajo en los pueblos es la mejor medida para repoblar...

- Claro, si las empresas se deslocalizan y se empiezan a ubicar en los pueblos, su personal también hará su vida allí. Ahora mismo ya lo están haciendo muchas empresas de telefonía -de esas que te dan un susto de muerte a la hora de la siesta para que te cambies de compañía telefónica- que hasta ahora contrataban a su personal al otro lado del Océano y que ahora se están reubicando aquí. Tienen oficinas en el mundo el rural mucho más baratas por metro cuadrado, opción de energía gratis, y pueden contar con más gente para atender los picos de llamadas, por ejemplo cuando sale un anuncio por la televisión. Eso si, necesitan Internet de calidad. 

Libro !Repuebla!

 

 

Albert Brand, periodista y autor del libro "¡Repuebla!": "Sin una buena conexión a...