viernes. 19.04.2024

Tras una noche de tiritona constante, de mucho descontrol en mi cuerpo y con unas ganas locas de salir de aquellas cuatro paredes que solo me ayudaban a no caerme...no había tregua, los médicos me seguían dando medicación que acertara con aquello que se llamaba coronavirus, ellos  cruzaban los dedos y esperando que mi cuerpo reaccionara con aquella amalgama / Cóctel de fármacos que provocaban un escalofrío solo verlos encima de la mesa de noche de mi habitación, esa que no entraba en calor ni con el poco sol que daba al amanecer ni con las mantas de la noche..

 Cloroquina, Heparina, el paracetamol, el nolotil, y el lopinavir/ Ritonavir fueron mis amiguetes durante todo el tiempo de ingreso y también durante otros 14 días que poco a poco fui retirando según la pauta médica y que Sara se encargaba de suministrarme dia a dia y noche tras noche con el pinchacito desagradable de la Heparina que me llevé a casa, nada menos que 14 banderillas.

¡Ah!,también mi amiga y ya conocida metilprednisolona que también se usa para tratar de aliviar ciertos tipos de cáncer y que hace 10 años pasé unas semanas con ella, "vaya novias que me busco" que nombres más raros.

Bueno todo ello aderezado con unos efectos en todo mi cuerpo que me llevaban al baño a cada hora más menos, y que me tenían en danza continua, retortijones variados, dolores musculares de músculos que no sabía que tenía y todo en conjunto  sumado con un mareo y un dolor general que ninguna gripe, fiebre anterior o malestar hubiera pasado por mis 50 mayos anteriores.

La jornada se mantuvo estable, la ida y vuelta, entrada con su protocolo correspondiente de me quito todo lo quitable tras pincharme o "maltratarme" con todo cariño, fue la constante, un electro, y una placa de tórax que podría decir estás que la palmas o esto va mejorando.

Llegaba la tarde y tras las conversaciones con mis peques y con Cris o con mis Cármenes que Dios las bendiga, la noche se presentaba con mucho malestar que intenté no contar a los que me quieren pero realmente me estaba hundiendo...no quería ni ver las gafas de oxigeno y lo de el respirador ...uf me daba mucho pero que mucho miedo.

Noche de toros, de ranas, de malestares todos y de pesadillas con sueño profundo y de despertar como si hubiera tenido un viaje astral.

Mojado no,  empapado tampoco, aquello era un chorrear por todas partes, a las 3:30 de la madrugada algo me pesaba y eran las sábanas y las dos mantas además del plumas que ponía en los pies...Santo Dios escurría agua... por todas partes y no era una inundación, jamás me había ocurrido algo así. Llamé al control de enfermería, pedí que me enviaran un repuesto de sábanas y mantas. Mareado y con tiritona, a la ducha, cambio de todo, y agua, media botella de dos tragos. La llegada de la chica de la limpieza y sus: "buenos días Paco hoy tienes en serio mejor cara", fue como sentirme que vivía y que había librado una guerra que ni la de la Galaxias.

Mejor cara quizá pero el cuerpo derrotado, el desayuno me supo a gloria, pero la peor de la noches de mi vida pasó aquel miércoles en el que la carga viral de míster COVID-19 pasaba a mejor gloria. 

Una situación de nuevo que me hizo pensar 20 veces en que la vida era muy bonita para perderla de aquella manera y allí, aunque realmente me preocupaba poco el llegar a la Semana Santa o a cualquier otro día, lo que quería era tener a los míos cerca y no por videoconferencia. 

Oí a David dar instrucciones como cada mañana a todas las personas que en la tercera planta daban vida a los que estábamos confinados en las habitaciones, las chicas del catering nos daban a elegir si no nos gustaba lo que había para comer y te lo cambiaban si era menester, todo un lujo en aquellos días en los que comer era también un suplicio, "coño me ahogaba con la sopa" respirar era un hándicap y lo de que algo supiera a algo...ya la bomba atómica.

Aquel miércoles dí otra vuelta a mi vida en la cabeza, pasaron todos ellos por delante, los vivos y los muertos y recordé a mi madre, aún no sabía que ya estaba malita y que las cosas se torcerían un poco más adelante. Se que ella sabía que yo estaba pachucho, pero nunca le dijeron que estaba en el hospital para que no sufriera. Se que hubiera rezado una novena a cualquiera de sus santos para que yo recuperara lo antes posible.

Pero algo hizo "chasss" en mi cuerpo y en la enfermedad, algo cambió, empezaba la recuperación tras una noche de miedo a la muerte, todo el miedo del mundo, vi pasar muchas cosas de mi vida por delante y no se si fue en sueños o en la inconsciencia del momento de fiebre alta, el futuro volvía a tener sentido pero tras una noche en la que supe que la oportunidad era esa y o adelante o era el fin.

 

 

El COVID que vino a verme III. Miércoles de: o me muero o lo supero