martes. 23.04.2024

Que ningún niño zamorano se quede sin regalo de Navidad. Bajo esta premisa se esconde una madre zamorana que ha sabido sobreponerse a su situación particular para promover una iniciativa que, claramente, se le ha ido de las manos. Aprovechándose del altavoz que brindan las redes sociales, Daya Riego publicaba su idea de llevar a cabo una colecta solidaria de juguetes como forma de ayudar a las familias que no pueden hacer frente a los gastos extra de las Navidades y que tienen un significado especial para los más pequeños. Una situación que se ha extendido con la crisis derivada de la pandemia sanitaria. 

Daya lanzaba su publicación sobre la colecta de juguetes en un conocido grupo de Facebook que promueve la solidaridad entre los zamoranos. Una llamada completamente altruista que, a día de hoy y a falta de cerrar la campaña de recogida de juguetes, desborda todas sus previsiones iniciales. El grupo acogió desde el primer minuto la iniciativa con más de 190 comentarios y que ha sido compartida por numerosos usuarios: "En menos de dos horas tenía varias solicitudes de personas ofreciéndome sus establecimientos". Daya hace hincapié en que se trata de un método de ayuda más y que viene a complementar (nunca a competir) la labor realizada por numerosas asociaciones desde hace años.

La acción se basa en la buena fe y la solidaridad, la misma que han demostrado los comerciantes locales que, incluso con la trampilla bajada, se han ofrecido como punto de recogida. El Hostal Chiqui (calle Benavente, 2) es sólo uno de los cuatro puntos fijos habilitados en la capital a la que se suman también DGCan (calle Ronda la Feria, 7), Los dulces de Kris (Avenida Cardenal Cisneros, 43) y Ajuares Manoli (Avenida Tres Cruces, 13). Su dueña, Sandra, ha aparcado el drama particular con su negocio cerrado por las restricciones del Covid-19 para centrarse en esta iniciativa que ha llenado en más de una ocasión su despensa. "He pasado de una llamada avisando de que van a llevar una donación a que tres horas más tarde me llamen para decirme que recoja las bolsas porque ya no tienen espacio". Una labor que desempeña con ayuda de voluntarios particulares que también colaboran en la recogida en la calle mediante un calendario que semanalmente van actualizando.

El hogar de Daya se ha convertido en el refugio provisional de estas donaciones y podría no ser el único, a vista de la cantidad de artículos que están recibiendo y que superan ya de largo el centenar de entregas de particulares. Por delante queda un duro trabajo de clasificación, desinfección (a pesar de que muchos llegan precintados y sin estrenar) y entrega de los juguetes. "No sé de dónde vamos a sacar tanto papel de regalo", exclama con satisfacción Daya que insiste en la variedad de artículos que se han donado, lo que asegura que cada niño cuente con al menos un libro, un puzle, un juguete educativo y otro de ocio. "Y de ahí para arriba, de hecho estamos barajando qué hacer en caso de que nos quede stock", precisa.

La solicitud de ayuda se realiza a través de su Facebook o teléfono particular (y que se puede solicitar también en los puntos de recogida). Únicamente se precisa el nombre de un adulto, el número de niños, género y edad de los menores. Todo bajo el más absoluto anonimato. Por el momento, más de 27 menores ya tienen asegurados sus regalos de cara a las Navidades, todos ellos de la capital, aunque la iniciativa está abierta a toda la provincia, para lo que tratarán de desplegar voluntarios en caso de que sea necesario. Porque la solidaridad, en tiempos de fatiga pandémica, existe y persiste.

Juguetes solidarios: la campaña particular que ha desbordado todas las previsiones