Opinión

San Francisco de Asís y la Diócesis de Zamora: la humildad que se nos escapa

El 4 de octubre, la Iglesia celebró la fiesta de San Francisco de Asís, el santo de la pobreza, la sencillez y la coherencia. Y no puedo evitar mirar a mi alrededor, aquí en Zamora, y sentir que la Iglesia de nuestra diócesis está cada vez más lejos de ese ejemplo.
sandalia san francisco
photo_camera sandalia san francisco

No escribo desde la venganza, ni desde el anti-catolicismo, pero tampoco desde el desconocimiento, la madurez da más sentido si cabe a la vida, pero no al acomodo y a la injusticia. Lo hago desde el dolor de un católico que observa cómo los preceptos básicos de humildad, transparencia y servicio se desmoronan mientras los discursos de quienes deberían ser pastores se convierten en palabras huecas.

De las cartas pastorales a la política de salón

El obispo de Zamora repite en su última carta pastoral la importancia de desterrar la soberbia y abrazar la humildad. Palabras bonitas, sin duda, pero que se contradicen con la realidad que vivimos: ceses, amenazas, cuentas millonarias, proyectos opacos y un estilo de gestión que poco tiene de pastoral y demasiado de empresarial, siempre bajo la humildad expresado no se entienda mal.

Se nos pide hacer lo que se dice, pero quienes lo piden hacen lo que les place. Ese es el mensaje que recibimos, y ese es el mensaje que duele. "San Francisco se quitó su ropa y se quedó desnudo delante del obispo cuando su padre le dijo que todo lo que tenían se lo había dado él, y el obispo tuvo que darle su capa para tapar su desnudez"...

Amenazas y contradicciones

En las últimas semanas hemos visto cómo se amenaza a quienes informan, cómo se relativiza la libertad de prensa, cómo incluso un diácono  separado y en trámites de divorcio se permite dar lecciones, de como actuar o hacer, y lo más grave en su figura como diácono, quizá sea ofrecer la palabra hasta junio y aunque se contradijera en sus amenazas seguir impartiendo sacramentos sin rubor alguno. Todo ello con una soberbia que contrasta con la misión de servicio que debería guiar a cualquier miembro público de la Iglesia.

El negocio que destroza la fe

Lo que más indigna es la incoherencia. Se predica pobreza, pero las cuentas de la diócesis muestran superávits millonarios y fondos de inversión. Se piden crowd-fundings para reparar templos, mientras se gestionan subvenciones públicas de cerca de 1,5 millones de euros para proyectos como las Edades del Hombre, que ojalá ayuden a que las maltrechas cifras de crecimiento económico y hostelero de Zamora tengan al menos un retorno amable.
¿Cómo reconciliar esas cifras con el espíritu franciscano? ¿Dónde queda la coherencia? aquí está lo complicado y lo difícil de entender.

Las Marinas y la herencia traicionada

Si San Francisco levantara la cabeza, lloraría al ver cómo se aprovechan proyectos hosteleros en lo que fue la casa de las Hermanas Clarisas, nuestras Marinas, símbolo del voto de pobreza y sencillez. Esa es la Iglesia que muchos quisiéramos ver: humilde, entregada y coherente. Pero la que tenemos parece más preocupada por cuentas y alianzas de poder que por cuidar a sus fieles.

Las bienaventuranzas como espejo

Hoy, más que nunca, me aferro a las bienaventuranzas:

“Dichosos los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.

“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”.

“Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”.

Son frases que resuenan con fuerza en esta Zamora, donde quienes alzan la voz muchas veces son señalados y apartados. Y la frase o consejo lapidario que en boca de mi madre siempre tuvo sentido y ahora más que nunca, contra soberbia, humildad.

Una Iglesia sin rumbo

Lo que vivimos en Zamora no es una crisis de fe. La fe sigue viva en muchos corazones aunque con los ejemplos de los mandatarios los de a pie, lo tienen complicado porque efectivamente lo que consiguen es que cada día más se aparten de esa religión y valores que desde pequeños aprendieron de sus padres. Lo que tenemos es una crisis de liderazgo. Una Iglesia que debería ser espejo de San Francisco , pero que se ha convertido en un reflejo distorsionado de poder, dinero y soberbia. Francisco, el Papa que regaló a nuestro Obispo un libro que hablaba de corrupción y de otras tantas cosas que quizá ahora tiene mucho sentido y habría que releer y darle la importancia que en la carta pastoral del obispo se entiende..

Y como católico, solo me queda pedir a los que hacen como hombres la Iglesia de Jesús de Nazaret, de San Francisco y de tantos otros que recuperemos la humildad, que volvamos al pesebre y no al despacho, a entender al prójimo y a mantener las directrices aprendidas como ejercer el voto de pobreza y tener sentido común, y no dejar que la opacidad sustituya a la transparencia. Que la fe no se convierta en un negocio y que ser católico nos lleve por el camino de la solidaridad y por lo que dijo aquel hombre hace ahora más de dos mil años si quieres al prójimo como a ti mismo las cosas irán bien, otra historia es que o te quieras de más o no te quieras nada, pero para ello el sentido común.

Porque lo que necesita Zamora no es un obispo con poder, sino un pastor con coherencia, siempre hay tiempo de encontrar el camino.

✍️ Fco. José Colmenero Rojo
Director de Zamora News

Comentarios