sábado. 20.04.2024

Miles de personas han presenciado en la Plaza Mayor la oración por los difuntos y el cántico emocionante de La Muerte no es el Final 

Los buenos pronósticos se cumplieron y la lluvia ha respetado el paso por las calles de la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída, que ha completado su itinerario desde la iglesia de San Lázaro hasta el Museo con el emotivo acto central de oración y cántico en la Plaza Mayor, seguido por miles de personas.

Las esquilas del Barandales y la Banda de Clarines y Tambores de la Hermandad anunciaban desde La Puebla de San Lázaro la salida del cortejo, que se ha dirigido hacia las calles principales de la ciudad subiendo por la cuesta del Riego, uno de los puntos donde tradicionalmente se concentra mayor número de personas para ver el desfile procesional.

Más de 2000 cofrades portando hachones encendidos y ataviados con túnica y caperuz negro y ligeras capas de raso blancas han formado dos largas filas, poniendo luz en la tarde-noche de este Lunes Santo, mientras la temperatura refrescaba y el aire prestaba un elegante movimiento al paso de la procesión.

Por el centro de cortejo, siete estandartes con las siete últimas palabras de Cristo, así como la colección de cruces realizadas por el escultor José Luis Coomonte, junto a la cruz de yugos y la espectacular corona de arados -el más bello elemento procesional que tiene Zamora, injustamente relegado a la panera todo el año- portadas a hombros por sus cargadores.

A continuación, San Torcuato y Santa Clara han sido el perfecto escenario para las primeras secuencias iconográficas de la Pasión: la Despedida entre Jesús y la Virgen, de Enrique Pérez Comendador, cuando la madera se hace ternura; la soberbia talla de Jesús en su Tercera Caída, de Quintín de Torre, y la zamorana Virgen de la Amargura, de Ramón Abrantes, acompañadas por las Bandas de Zamora, Nacor Blanco y La Lira de Toro.

Cerraba la procesión la banda "de cofraditos", esos pequeños cofrades que hacen cantera y redoblan con todo orgullo en los días santos después de ensayar y aprender a coger el paso en Valorio.

Todo ha cobrado sentido en la Plaza Mayor, cuando los clarines han tocado a silencio y a oración. Después, la Banda de Música de Zamora y el coro de la hermandad han proclamado a los cuatro vientos, con la emoción en los ojos y el alma en las gargantas, la esperanza de los cristianos, la promesa de la vida: la muerte no es el final.

Arriba, al otro lado de la vida, nuestros muertos cantaban con ellos.

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La Tercera Caída inicia las secuencias de la Pasión por las calles de Zamora