62.000 personas visitaron en 2012 la seo zamorana, cuyo mayor reclamo es la colección de tapices flamencos de su museo
Cerca de 62.000 personas visitaron la Catedral y el Museo Catedralicio durante 2012. Mientras los zamoranos se movilizan en las redes sociales para votar a la seo zamorana como una de las más bellas de España, hoy se celebra el Día Internacional de las Catedrales. La de Zamora alberga, entre sus muros, numerosos tesoros que los propios zamoranos aún no conocen.
Su construcción comenzó en 1151, fue consagrada en 1174 y sus obras continuaron hasta bien entrado el siglo XIII. La Catedral de Zamora guarda entre sus muros numerosos tesoros que la convierten en un atractivo de primer orden para los turistas que visitan la ciudad.
Un total de 61.805 personas visitaron en 2012 las dependencias de la seo y del Museo Catedralicio, instalado en el claustro del inmueble. Según Juan Carlos Izquierdo, encargado del Museo, de esta cifra, la mayoría eran turistas extranjeros (sobre todo de origen alemán). En este sentido, Izquierdo asegura que el turismo nacional ha bajado bastante en los últimos años. "Se mantienen –afirma- los grupos de excursiones al mismo nivel de otros años, pero el turismo individual nacional ha bajado bastante, aunque este año de momento mantenemos la cifra de visitas del año pasado. La línea económica tiene su reflejo en el turismo".
Museo Catedralicio
Aunque la mayoría de los visitantes llegan a la Catedral atraídos por el propio edificio, una de las principales atracciones es la magnífica colección de tapices flamencos que alberga el Museo Catedralicio, de los siglos XV, XVI y XVII.
Además, destaca la custodia procesional de Pedro de Ávila, de 1515, con un basamento añadido por Antonio Rodríguez de Carbajal en 1598. Otras piezas destacadas de la colección del museo son la Virgen con el Niño y San Juanito, la Virgen de Belén (Sebastián Dicete y Esteban de Rueda, siglo XVII), tablas de Fernando Gallego, su orfebrería o unas dalmáticas del siglo XVI.
Juan Carlos Izquierdo destaca la afluencia de visitantes al museo en los últimos años, al cambiar el acceso al templo mayor de Zamora y hacerlo obligatorio por sus dependencias. "Antes –afirma- muchas personas venían a la Catedral y no entraban. Ahora algunos descubren que el museo existe cuando vienen, pero todo el mundo sale encantado con la visita, sobre todo con los tapices, que son el mayor reclamo que tiene la Catedral".
Catedral
El símbolo por antonomasia de la Catedral zamorana es su cimborrio, del último cuarto del siglo XII y decorado con escamas y gallones. Destaca, en su exterior, la Puerta del Obispo, única original del edificio, donde se funden equilibrio y sobriedad.
Ya en el interior, en su capilla mayor destaca el retablo de Nuestra Señora de la Majestad (o Virgen de la Calva), preciosa imagen labrada en piedra arenisca en torno a 1300 y estofada en el siglo XVI. Asimismo el visitante se detiene en el retablo del Santo Cristo (Cristo de la Cruz de Carne o de las Angustias), una preciosa imagen tallada en 1546, junto al que se exhibe el altar del Niño de las Lágrimas, que perteneció a las Concepcionistas hasta que la Comunidad tuvo que abandonar su convento en la capital zamorana.
Elementos decorativos como las rejas y los púlpitos o la magnífica sillería del coro realizada por Juan de Bruselas entre 1502 y 1505, con 85 estalos en su doble nivel, donde se mezclan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento con atrevidas y sorprendentes representaciones de carácter moralizante, constituyen otro de los atractivos de la seo.
En la capilla de San Ildefonso, o del Cardenal, el visitante encuentra expuesto el altar de plata que se utiliza en los oficios del Jueves Santo, realizado por el platero Manuel García Crespo en 1723 y 1730 con un posterior añadido y que durante años permaneció oculto a los zamoranos. Además, en la capilla destacan sus pinturas murales o el retablo de Fernando Gallego, dedicado a los Santos Juanes y a San Ildefonso.
En cuanto a la nave sur, la parada es obligatoria en la capilla de San Bernardo, donde se venera una de las tallas de mayor devoción entre los zamoranos y de extraordinaria factura, como es el Cristo de las Injurias, de mediados del siglo XVI, procedente del desaparecido monasterio de San Jerónimo.
Además, en cuanto a imágenes de devoción, también reciben culto en la Catedral la Virgen de la Esperanza (capilla de San Nicolás), Jesús Luz y Vida (capilla de San Pablo) y la talla de Cristo Muerto (capilla de Santa Inés).